![]() |
Diseño: Gerardo Morán |
La muerte del comendador Libro I: “Una idea hecha realidad”, de
Haruki Murakami
Tusquets
Editores, Barcelona-Buenos Aires, 2018, 475 páginas
Traducción de
Fernando Cordobés y Yoko Ogihara
En España: 21,90
euros. En Argentina: 590 pesos.
Las historias
del japonés Haruki Murakami son fieles a sí mismas. Sus protagonistas suelen
ser personajes solitarios (solitarios en extremo, casi ermitaños) que a poco
andar tropiezan con los mundos paralelos o alternativos o, en todo caso, con el
misterio.
Los ambientes de sus ficciones resultan muy fríos, casi ascéticos,
como si se copiaran de un quirófano, o como si formaran parte de un espacio hoy
inexpresable, pero que anticipa el futuro.
No hay opinión
unánime sobre la obra de Murakami. Están quienes lo ven como a un Kafka
contemporáneo que nos cuenta la sinrazón de nuestro tiempo, mientras que sus más
ácidos críticos apuntan a su temática recurrente y a la debilidad con que
“pinta” esos mundos alternativos. La primera parte de La muerte del comendador no ha hecho más que reanudar el debate que
no parece que vaya a concluir. En lo personal,
no lo considero un Kafka y, por otra parte, lo prefiero como cuentista antes que novelista.
Cabe aclarar que el Libro I supone, antes que nada, lo que llamo
la mitad del enigma, puesto que los hechos que se registran en la novela no
se resuelven, toda vez que se continúa en el Libro II que, en nuestro idioma,
se conocerá en enero próximo.
Sin moverse del
ámbito reconocible de su narrativa, el escritor japonés se adentra esta vez en
el mundo de la pintura, de la plástica, al contar en primera persona la
historia de un talentoso retratista (comercial) que opta por irse un tiempo a la montaña
para alejarse de quien ha sido su mujer y que, sorprendiéndolo, le reclama el
divorcio.
El protagonista
se refugia en lo que fue la casa de un pintor famoso por haberse dedicado a
pintar escenas de una época pretérita (el siglo VII, el llamado “período Asuka”)
con técnicas e imágenes propias de la llamada pintura tradicional japonesa. Al
“momento” de la novela el pintor famoso tiene noventa y dos años y padece una
total senilidad. De manera que el protagonista deberá ir adivinando lo que han
sido la vida y los secretos creativos de Tomohiko Amada (su hijo, Masahiko,
quien presta la casa al retratista, ignora casi todo sobre su padre porque ha tenido escasa relación con él).
De a poco, pero
de una forma constante, como si se tratara de la gota que horada la piedra, Murakami
va sumergiendo a sus lectores en un mundo extraño que, centralmente, gira en torno
a la muerte del comendador (de la ópera Don Giovanni, de Mozart). El viejo pintor
ha sido un fanático de las óperas y en la casa hay decenas de discos de vinilo
dedicados al género.
![]() |
Mozart "Don Giovanni" La muerte del comendador |
Un paso más allá. El autor se atreve a más, porque el protagonista encuentra en la casa del
viejo pintor, guardada en un desván, una pintura “secreta” que reproduce, con
la técnica de la pintura nipona tradicional (y la ambientación propia de la
época antes aludida), la referida muerte del comendador.
No sólo se
plantea ese misterio, por llamarlo de algún modo, sino que Murakami se da
tiempo y espacio para contar otras historias fantasmales, la más importante de
las cuales refiere a una campanilla que resuena en la noche, así como a una
suerte de asedio al que lo somete un vecino millonario, Wataru Menshiki, quien
primero le reclama que le pinte su retrato (por el que paga una suma altísima)
y luego que haga lo propio con una púber que podría ser su hija.
Al parecer,
Murakami vinculó a Menshiki con el personaje de El gran Gatsby. Si lo hizo se trata de una asociación subjetiva y,
hasta esta primera parte del libro, sin incidencia en la novela. Más importante
resulta la implicación de Menshiki para descubrir el origen del sonido de
campanilla proveniente de un bosque próximo. De allí también surgirá una
presentación inesperada (y fantasmal) que el retratista recibe sin exceso de
sobresalto y que, uno supone, repercutirá en la segunda parte del libro.
En ella, por lo
que se sabe, Tomohiko cobrará una mayor significación, así como su cuadro y, de
manera especial, su paso por la ciudad de Viena en los tiempos inmediatamente
anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial, en el que habría estado
implicado en un atentado contra un jerarca nazi. Asimismo, se conoce que la
historia vinculará a Menshiki con el cuadro del comendador.
Murakami le asigna suma importancia a la vida privada del retratista, tanto en su
relación con Yuzu, la esposa que le reclama el divorcio, así como con dos
mujeres con las que mantiene relaciones en su retiro en la montaña*. Otra
persona que ha incidido en la vida del protagonista es su hermana menor, muerta
cuando era una púber.
La primera
parte de la novela se alarga en demasía, quizás porque Murakami ha optado por
un relato muy lineal y muchas veces reiterativo. Por supuesto, luego de una
docena de novelas, libros de relatos, ensayos y hasta un libro de crónica
periodística, el escritor japonés sabe cómo mantener despierto el interés de
sus lectores. Que son legión. Y que estarán aguardando con mucha impaciencia,
al menos en nuestro idioma, la continuación de esta compleja historia.
*Algunas
escenas de sexo explícito llevaron a las autoridades chinas a prohibir la venta
del libro a menores de dieciocho años.
![]() |
tapa de la edición japonesa |
“La muerte del comendador rebosaba sangre, resultaba muy
realista y había sangre por todas partes. Había dos hombres luchando armados
con espadas antiguas y pesadas. Parecía un duelo. Uno de ellos era joven, el
otro mayor. El joven había hundido su espada en el pecho de su contrincante.
Lucía un bigote fino, negro. Vestía ropa ceñida de color verde artemisa. El
hombre mayor iba vestido de blanco y tenía una abundante barba. Llevaba colgado
del cuello un collar de cuentas. Había soltado su espada, pero aún no había
llegado a tocar el suelo. De su pecho brotaba la sangre a borbotones. Parecía
como si la espada le hubiera seccionado la aorta. La sangre teñía de rojo su
ropa blanca. Su boca retorcida denotaba dolor. Tenía los ojos abiertos como
platos, miraba al vacío con una expresión de lamento. Había perdido el duelo y
se daba cuenta de ello, pero el verdadero dolor parecía no haber llegado
todavía”.
La fama de un escritor
![]() |
El lanzamiento del libro en Tokio |
Superventas, lo
llaman en España y en Japón, cada vez que aparece un libro nuevo de Haruki
Murakami, se registra un acontecimiento inusitado, como si en vez de
presentarse un texto literario estuviera por actuar alguna estrella de rock.
Una estrella mundial, cabe aclarar.
Ocurre que Murakami
vende muchísimo en su país natal. Cada vez que sale un libro nuevo los tirajes
llegan a sorprender, porque en general superan el millón de ejemplares (de la
novela anterior, Los años de
peregrinación del chico sin color, la primera edición fue de un millón
trescientos mil ejemplares). La de La
muerte del emperador (cuyos dos tomos se vendieron en simultáneo) llegó a
un millón quinientos mil ejemplares.
Murakami es muy
resistido por la crítica de su país, tanto que el autor no sólo no “circula” en
los ambientes literarios ni concede entrevistas, sino que hace tiempo no vive
en Japón. En cambio, la fidelidad de sus seguidores se mantiene incólume, como
quedó demostrado cuando a comienzos del año pasado las librerías de todo Japón
fueron asaltadas por multitudes al lanzarse su más reciente novela.
![]() |
La muerte del comendador, edición en inglés, en una librería de Estados Unidos |
El fenómeno
Murakami es mundial y se ha mantenido a lo largo de los años, por lo menos
desde que se conoció Tokio Blues (de
1987; traducida al castellano varios años más tarde). En nuestro idioma, en su
totalidad, se han vendido más de un millón y medio de ejemplares de Murakami,
de quien se han traducido veinte títulos.
Datos para una biografía
Haruki Murakami (Kioto, 1949) es uno de los pocos autores japoneses que han dado el
salto de escritor de prestigio a autor con grandes ventas en todo el mundo. Ha
recibido numerosos premios, entre ellos el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el
Franz Kafka, el Jerusalem Prize y el Hans Christian Andersen, y su nombre suena
reiteradamente como candidato al Nobel de Literatura. En España ha merecido el
Premio Arcebispo Juan de San Clemente, la Orden de las Artes y las Letras,
concedida por el Gobierno español, y el Premi Internacional Catalunya 2011. En
nuestro idioma se han publicado veinte de sus obras: doce novelas —entre ellas Tokio
blues. After Dark, 1Q84 y Los
años de peregrinación del chico sin color—, y obras personalísimas
como Underground, De
qué hablo cuando hablo de correr y De qué hablo cuando
hablo de escribir, además de cuatro volúmenes de relatos y el cuento
ilustrado La chica del cumpleaños. La muerte del comendador,
aparecida el año pasado en Japón en dos volúmenes, se completará en nuestro
idioma en enero venidero. Trece de sus historias han sido llevadas a la
pantalla, ya sea en cine o en televisión.
![]() |
tapa de la edición en inglés |
En el blog:
Comentarios
Publicar un comentario