TRES HISTORIAS Y DIEZ POEMAS, DE ERNEST HEMINGWAY

Ernest Hemingway tenía veinticuatro años cuando se  conoció su primer libro, Tres historias y diez poemas. El libro fue publicado en París mientras el escritor había regresado de Francia a Toronto, en Canadá, donde era periodista del Star, de esa ciudad. El regreso se debía a que, quien iba a ser su primera esposa, Elizabeth Hadley Richardson, esperaba a Bumby, el primer hijo del autor de Por quién doblan las campanas.

Richardson había protagonizado, sin querer, un incidente nada menor para el carácter de Hemingway y su incipiente carrera de escritor: antes de reencontrarse con él en Lausana, Suiza, en la estación de trenes Gare de Lyon, en París, le robaron la valija donde estaba guardada la obra literaria inédita de su marido. La desaparición de esa valija fue todo un hito en la historia personal y creativa de Hemingway, también el comienzo de la desunión de la pareja cuya separación se produjo solo unos pocos años más tarde.

Esto explica por qué se conoció un libro tan exiguo, porque apenas llega a las ochenta páginas. Fue lo único que logró entregar al editor, Robert McAlmon, dueño del sello Parisian Contact Press, a quien pudo alcanzarle un tercer relato que llegó a escribir en Italia. De esa primera edición solo se tiraron trescientas copias. No obstante, a pesar de su fama arisca y pendenciera, Hemingway se revelaba como un talento en ciernes, y su producción ya venía siendo reclamada por editores y directores de revistas culturales de la época, al tiempo que enviaba al Toronto Start muchas notas, de calidad, sobre la realidad europea de esos días, siempre convulsos.

Las Tres historias y diez poemas, aunque comparativamente menores a lo que vendría apenas un tiempo más tarde, mostraban a un autor infrecuente, que abandonada las fiorituras propias de la literatura decimonónica para un decir más directo y pleno, como le aconsejara la vanguardista Gertrude Stein, quien fue su guía en los primeros tiempos de Hemingway en París (pese a lo que cual se iría alejando de ella progresivamente hasta tornarse en enemiga; el escritor fue poco o nada correspondiente con quienes lo ayudaron con generosidad, como ocurriera con Sherwood Anderson, a quien llegó a satirizar en algunos de sus trabajos).

Dos años después se conocerían los relatos de En nuestro tiempo, considerablemente mejores que los de su primer libro (aunque dos de estos ingresarían a la nueva selección). Y no demoraría un año en publicar su primera gran novela, Fiesta, a la que seguiría, en 1929, Adiós a las armas, que lo consolidaron definitivamente como uno de los grandes autores del siglo XX.

Se sabe que Papa, como lo llamaban, hizo un culto de la virilidad y que, en su primer viaje a Europa a bordo de un barco, se dedicó a boxear y que también de esa manera se relacionó con varios hombres no bien arribado a París. Conoció a muchos famosos, además de Stein, entre ellos a Ezra Pound de quien se hizo rápidamente amigo. Pound lo ayudó mucho, como otros, para que hiciera pie en un país extraño, pero en este caso la amistad se extendió por años. Pound advirtió de inmediato el talento y la avidez de “ser alguien”, en cuanto escritor, en ese joven.

Gertrude Stein que era frontal y tenía mucha conciencia de lo que debía ser la literatura luego del drama de la Primera Guerra Mundial (que Hemingway había vivido en primera persona, al punto de resultar herido al auxiliar a un soldado alcanzado por las balas), al leer sus trabajos le advirtió que tenían excesos de descripciones “porque sí” y le sugirió algo que luego Ernest haría suyo a cabalidad: “comprime, concentra”.

El inglés Anthony Burgess diría años después: “El objetivo de Hemingway era describir sin la imposición de una actitud, haciendo que la palabra y la estructura comunicaran pensamiento y sentimiento y también sentido físico. Esto suena fácil ahora, sobre todo porque Hemingway nos ha enseñado cómo se hace, pero no era fácil en un tiempo en que literatura aún significaba una manera bella de escribir, una intrincada estructura de oraciones subordinadas y la personalidad del escritor interfiriéndose, a escondidas o brutalmente, entre el lector y lo que estaba leyendo (Hemingway and his world, 1977).

En las tres historias la que se destaca es la primera, “Allá en Michigan”, no solo por el original estilo de describir solo lo justo y necesario, narrando de una manera tan precisa como espartana, sino que se trata de una historia poco común en la época, dado que describe, con bastante claridad narrativa, una violación. El tema en sí era riesgoso y por eso este cuento demoró quince años en ser reeditado, en tanto que los otros dos, “Fuera de tiempo” y “Mi viejo” tuvieron reiterada difusión luego de ser publicados por primera vez. “Fuera de tiempo” habla de la relación de una pareja que se muestra enajenada, de ellos mismos, y de la época convulsa que vive el mundo. “Mi viejo” es un buen relato, que crece en el final, cuando el padre de quien narra muere bajo las patas de un caballo. Se podría decir que, en esas líneas de cierre, Hemingway logra transmitir las sensaciones y sentimientos de un chico que se ve obligado a crecer de golpe y, también, a soportar por primera vez la maledicencia humana.

En los poemas hay descripciones de paisajes, situaciones emocionales y en algunos casos “ecos” de lo que llegó a vivir en su calidad de conductor de ambulancias durante la guerra, en Italia. Hemingway alardeó mucho sobre su papel en la contienda, pero al mismo tiempo se trató de una experiencia que lo marcó a fuego, como le ocurriría pocos años más tarde al ser testigo de actos vandálicos, y horribles, en la Guerra Civil española.  

Vale por fin ponderar al sello español Averso por exhumar este libro, misteriosamente postergado en nuestro idioma y que es también celebratorio del centenario de aquella "tímida" primera edición de apenas trescientos ejemplares.

 Tres historias y diez poemas (Three Stories and Ten Poems), de Ernest Hemingway 

Averso (Grupo Aliar), Granada, 2023, 80 páginas

Traducciones de José Domínguez y Paola Trujillo                                             

Fotografías, de arriba abajo; Hemingway joven, en la época en que apareció el libro comentado; la edición española; tapa de la primera edición de 1923; el autor con su primera esposa a la que llamaba Hadley y dedica el libro; retrato de Gertrude Stein por Pablo Picasso (1905/6); el escritor inglés Anthony Burgess; Hemingway en España durante la Guerra Civil                                                      

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