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Asahara, ciego desde su infancia, durante el juicio, |
La noticia, de por sí terrible, deriva de un hecho más
terrible aún: los asesinatos de decenas de japoneses por parte de la secta
Verdad Suprema registrados entre 1994 y 1995, siendo el más famoso (tristemente
famoso) el exterminio en masa de pasajeros del metro de Tokio, quienes fueron
afectados por el gas sarín.
Como consecuencia del hecho murieron trece personas en
tanto que cientos resultaron afectadas por el gas letal, muchas de las cuales
acusan secuelas de por vida. Asahara fue ejecutado ayer junto a seis de sus
seguidores. Todos habían recibido la sentencia de morir en la horca en 2004,
pero distintas circunstancias del complejo proceso judicial demoraron trece
años la aplicación de la pena capital.
Asahara era un gurú delirante y mesiánico que prometía
a sus seguidores, que debían cumplir estrictamente todas sus órdenes y que lo
consideraban como una especie de dios viviente, sacarlos del consumismo y la
vida superficial llevándolos a una existencia más espiritual. Como interpretaba
que el fin del mundo, obviamente apocalíptico, estaba próximo, elaboró una
teoría según la cual deberían producirse matanzas para acelerar estos hechos
terminales.
Fue así que en 1994 algunos de sus seguidores distribuyeron
el fatídico gas en un estacionamiento de la ciudad de Matsumoto (ubicada a unos
doscientos kilómetros de Tokio). Como producto de ese atentado murieron ocho
personas mientras que centenares fueron afectadas por el fluido venenoso.
Los resultados de la horrible experiencia animaron a
Asahara a ordenar un nuevo ataque, que esta vez se perpetró en cinco líneas del
atiborrado metro de Tokio, el 21 de marzo de 1995, con los resultados
apuntados. El gas era preparado por miembros de la secta y fue transportado en
bolsas que, ya que en los vagones del metro, perforaron con paraguas, tras lo
cual los responsables de la matanza huyeron mientras el gas se expandía sin que
nadie terminara de percibirlo. Demoró un cierto tiempo a las autoridades
comprender de qué se trataba y no fueron pocos los sanitaristas que también
quedaron afectados por el gas.
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