"RECUERDOS DE JUVENTUD", DE WITOLD GOMBROWICZ


Recuerdos de juventud (Wspomnienia Polskie), de Witold Gombrowicz
El cuenco de plata, Buenos Aires, 2019, 251 páginas
Traducción de Božena Zaboklicka y Juan Carlos Vidal
En Argentina: 520 pesos


Por fin se puede afirmar que la obra total del polaco Witold Gombrowicz se ha publicado en Argentina, luego de más de cincuenta años de paciente espera. Los amagos comenzaron a poco de que Witoldo retornara a Europa después de haber residido en nuestro país veinticuatro años, viviendo prácticamente como un desconocido.

Ya no lo era en Francia y otros países, donde tanto su novela Ferdydurke, como su inclasificable Diario, habían comenzado a difundirse. La presencia en París del entonces joven director de teatro, el argentino Jorge Lavelli, ayudó aún más al entrenar a comienzos de los ’60 las tres obras teatrales del autor polonés, de inmediato celebradas por crítica y público.

No ocurría lo mismo en Buenos Aires (en el resto de Argentina, salvo excepciones, nadie sabía de la existencia del excéntrico, y fuera-de-serie, escritor), donde Gombrowicz había provocado diversos conflictos con personalidades de la época. De manera que cuando contó al periodista Jorge Calvetti, de “La Prensa”, acerca de la repercusión de su obra en varias naciones europeas, las autoridades del diario debieron acudir a un erudito francés, de visita en Argentina, para que confirmara esas declaraciones que muchos atribuían a los desvaríos propios de un loco (en ese equívoco incurrió, entre otros, el escritor Manuel Peyrou).

Error, error, error, hubiera indicado una máquina de nuestros días, porque Witoldo ya era famoso y hasta popular. De manera que cuando llegó a Berlín, invitado por la Fundación Ford, se lo recibió como lo que ya era: una celebridad. Las representaciones teatrales de sus obras Ivonne, El casamiento y Opereta se sucedían en distintos escenarios y su obra narrativa, amén de su Diario, era editada en distintos países, incluidos España y Argentina.

Es que ya por esos años, decía, distintos sellos expresaron su intención de publicar la obra completa de Gombrowicz, aunque no ocurrió de esa manera. En efecto, se tuvieron que esperar décadas hasta que Rita Labrousse, la viuda de Gombrowicz, cerrara un acuerdo con el entonces editor de El cuenco de plata, Edgardo Russo, para la edición definitiva de esos trabajos integrados por el Diario, las novelas Ferdydurke, Trans-Atlántico, Pornografía y Cosmos, los cuentos completos incluidos en Bacacay, las referidas obras teatrales y algunos volúmenes complementarios, el último de los cuales es Recuerdos de juventud (los anteriores fueron Peregrinaciones argentinas y Curso de filosofía en seis horas y cuarto). Hubo un folletín inconcluso, Los hechizados (varias veces vertido a nuestro idioma), y ha quedado para más adelante Kronos, o Cronos, que no “hace” a su obra dado que se trata de una especie de audaz agenda íntima, conocida en polaco algunos años atrás.

Polonia en 1930
El pasado que vuelve. Recuerdos de juventud (publicado inicialmente en polaco en 1977 y conocido en España ocho años más tarde como Recuerdos de Polonia) resultó una recopilación realizada por Rita años después de la muerte de su esposo. Eran papeles dispersos escritos por Gombrowicz a mediados de los ’50 con la intención de que se transformaran en breves programas radiofónicos para leer en la radio Europa Libre, algo que nunca ocurrió. El autor agregó algunos apuntes en los años 1960 y 1961.

Son interesantes sus memorias de aquel tiempo de entreguerras, con sus cambios de costumbres provocados por la guerra y lo que vino después, en tanto Polonia recuperaba por breve tiempo su independencia, a cuyo frente quedaba el general Józef Piłsudski. Fueron momentos de gran intensidad en los que tuvieron especial gravitación los hechos culturales. Gombrowicz, un gran iconoclasta, agresivo, nada complaciente y, también, frívolo, no pasó desapercibido en aquellos años, aunque su “conducta social” no solía caer precisamente bien.

La base de su obra, y de sus acciones personales, tenían que ver con los cuestionamientos, con la puesta en evidencia de las contradicciones sociales. Sus primeros textos (los magníficos cuentos de Memorias del tiempo de la inmadurez -incorporados a Bacacay-); Ferdydurke y su obra teatral Ivonne, princesa de Borgoña –todos de la década de 1930- no pasaron desapercibidos, a pesar de recibir una mayoritaria crítica desfavorable, nacida de la incomprensión.

Y también de las actitudes del autor, proclive a las bromas, a las respuestas ácidas, dispuesto a molestar antes que a conquistar. A incomodar a nobles y burgueses en vez de explicar el porqué de sus actitudes.

Gombrowicz combatía a lo que llamaba la Forma, es decir lo instituido, lo esclerotizado, y apostaba en favor de la juventud, en sí misma rebelde y aún, como decía, “increada”, viviendo un proceso en formación, y por lo tanto al margen del poder, de lo que podría denominarse las formas “sacrosantas” de cualquier sociedad.

En Polonia, en la época recordada por el autor, se dio en forma pública la “pelea” entre lo viejo y lo nuevo, entre lo conservador y lo mundano que llevaba aparejado la modernidad. Fue dentro de esa ola plena de contradicciones (conviviendo con los fantasmas de la Guerra y del autoritarismo, tan próximos), de esos años de tensión e intensa creatividad que Gombrowicz reflejó como pocos en su inicial obra, revulsiva y original. Por estas cuestiones, diversas, complejas, vale la pena el presente rescate.


Bruno Schulz, autorretrato
Un ángel llamado Bruno Schulz

Los apuntes de Recuerdos de juventud le permitieron al “apátrida” Gombrowicz adentrarse en su personal túnel del tiempo y hablar de quienes lo rodearon en su juventud polonesa. 

Así, en este libro desfilan tanto sus familiares (padres, hermanos), como los intelectuales de su época –en su mayoría escritores- y personalidades que se destacaban en esos fértiles años en las tertulias de Varsovia, especialmente en esos oscuros cafés en los que Witoldo pasaba la mayor parte de sus tardes.

Los traductores, con breves y ajustadas notas, ofrecen precisiones sobre esas personas que, en la gran mayoría de los casos, el tiempo borró. De todos ellos se destaca Bruno Schulz, magnífico escritor y dibujante, a quien Franz Kafka no hubiera desdeñado para ilustrar sus textos imperecederos.

Schulz era un judío de bondad interminable y altísima sensibilidad. Como ocurriera con Kafka años antes y en Praga, también tuvo graves problemas de relación con su padre.

Escribió sobre eso, en textos marcados por la poesía, una fértil imaginación y el surrealismo. Las tiendas de color canela (cuento y libro) habla de eso. Carlos Barral se hizo cargo en su tiempo de una magnífica edición y mucho más tarde Siruela publicó sus Obras completas, en un volumen que incluye dibujos de Bruno.

Este fue confinado a un gueto por los nazis y en momento dado, por simple capricho, un oficial alemán lo mató vengándose de otro (“como me mataste a mi judío yo mato al tuyo”). Así murió un hombre bueno, manso, pobre, y generoso como pocos.

En el libro Gombrowicz, aunque con algunos retaceos tan propios de su personalidad, lo recuerda con afecto y acepta que Schulz, su admirador incondicional, fue mucho más generoso que él con su amigo. Bueno es el reconocimiento y, más, haber recordado al inolvidable artista.


Datos para una biografía

Witold Gombrowicz nació en Polonia en 1904 y falleció en Francia en 1969. En Varsovia, integrante de una familia terrateniente descendiente de nobles (aunque algo “venida a menos”), estudió Derecho licenciándose en 1926. Dos años más tarde visitó Francia y en 1929 ingresó a los Tribunales de la capital polaca. Frecuentó los ambientes culturales de la época y en 1933 publicó su primer libro: Memorias del tiempo de la inmadurez. Cuatro años más tarde se conocería su novela capital, Ferdydurke. En 1938 publica su primera obra teatral, Ivonne, princesa de Borgoña y al año siguiente, como folletín, aparece en un diario de Varsovia su inconclusa novela Los hechizados. 1939 es un año fundamental en la vida del autor. En efecto, Gombrowicz ese año fue invitado a viajar a la Argentina en el viaje inaugural del buque “Chrobry”. Al arribar a Buenos Aires toma conocimiento de que en su país se había declarado la guerra y decidió permanecer en Argentina, donde vivirá hasta 1963. Aunque al comienzo intentará contactarse con el mundo cultural conservador de la época, lo cierto es que se margina y vive una vida casi miserable hasta que en 1951 ingresa al Banco Polaco de la capital argentina. A pesar de su carácter irritante, tuvo seguidores (especialmente entre los jóvenes) y fue por eso que un grupo de entusiastas lo ayudó a traducir Ferdydurke al castellano, aunque la edición publicada en 1947 casi no obtuvo repercusión. Gombrowicz retomó a la literatura en la Argentina. Sin embargo, sus obras comenzaron a ser consideradas en Europa, centralmente en Francia, y no en Buenos Aires. Sus colaboraciones en la revista “Kultura”, que editaban en París exiliados polacos comenzaron a ser leídas con creciente interés. En Argentina escribió sus notables novelas Trans-atlántico y Pornografía, las obras teatrales El casamiento Opereta, en tanto que comenzó a redactar otra de sus obras fundamentales, Cosmos, novela por la que recibirá en 1967 el prestigioso premio Formentor, antes otorgado a Jorge Luis Borges y Samuel Beckett, entre otros. Las colaboraciones con “Kultura” fueron conformando su Diario del que comenzaron a publicarse tomos individuales a partir de 1957 en París. Al año siguiente se publicará Ferdydurke en francés. Los triunfos de Gombrowicz en Europa pasaron desapercibidos en la Argentina, a punto tal de que no pocos creyeron que eran todos inventos y delirios del autor. A poco de radicarse en Europa, el talentoso director teatral argentino Jorge Lavelli, residente en París, lleva al teatro sus tres obras dramáticas, con notable resonancia en público y crítica, quien lo considera como uno de los autores fundamentales del Teatro del Absurdo, junto con Eugéne Ionesco y Beckett. En 1968 aparece Testamento, conversaciones con Dominique de Roux y ese año se casa con Rita Labrosse, su compañera desde hacía cinco años. En tanto, la obra de Gombrowicz había comenzado a recorrer el mundo, salvo en Polonia, donde fue varias veces censurada mientras duró el régimen comunista. En Argentina se la ha publicado de manera intermitente, a lo largo de los años, pero en castellano se difundió más en España que en el país en el que residió casi un cuarto de siglo y al que no pudo volver porque en sus últimos años de vida estuvo muy enfermo. Gombrowicz falleció en Vence, Francia, el 24 de julio de 1969 por insuficiencia respiratoria.
En Polonia, hace unos años apareció Kronos, apuntes que tomó Gombrowicz a lo largo de su vida y que fueron preservados por su viuda, Rita. Rita Labrosse, por otra parte, es autora de Gombrowicz en Argentina, 1939-1963. La obra de Witoldo se completa con Recuerdos de juventud o Recuerdos de Polonia, Peregrinaciones argentinas, Curso de filosofía en seis horas y cuarto y el inconcluso folletín Los hechizados.
Gombrowicz en cine:
“Cosmos”, Andrzej Zulawski (2015) Francia/Portugal, hablada en francés
“Pornografía”, Jan Jakub Kolski (2003) Polonia
“Ferdydurke”, o “30 Door Key”, de Jerzy Skolimowski (1999) Polonia
“El servicio”, Alberto Cortés, México, 1978, basada en el cuento “La escalera de servicio”
“Pornografía”, versión para la tv alemana, 1971, dirigida por Peter Lilienthal Alemania
“Crimen premeditado”, 1969, TV, dirigida por Peter Lilienthal Alemania.
En la televisión polaca se hicieron distintas versiones de su obra entre 2001 y 2018

En el blog:




En internet:


Video: producido por Michel Polac y Michel Vianey para la Biblioteque de Poche, con declaraciones de Gombrowicz registradas en Vence, Francia, en 1969. Subido a YouTube por BullsikGallery el 20.1.10. Duración 3,33 minutos. Hablada en francés, con subtítulos en castellano y polaco 


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