Ferdydurke,
de Witold Gombrowicz. El cuenco de plata, Buenos Aires, 2014, 278 páginas.
Cuatro prólogos. Traducción de Witold Gombrowicz y Comité de traducción. En
Argentina: 198 pesos.
Después de muchos años, circula en Argentina una
nueva edición de Ferdydurke, la novela capital del polaco/argentino Witold
Gombrowicz. Aparecida por primera vez en Varsovia en 1937, se conoció la primera
traducción al castellano una década más tarde. Es esta la versión que en
aquellos momentos pasó desapercibida y que Sudamericana rescatara en 1964. Es
cierto que en 2006 Seix Barral publicó su propia edición de Ferdydurke, pero
sin respetar la traducción de 1947 en la que tuvo activa participación el
propio Gombrowicz.
La “antinovela” del gran autor es un revulsivo, una apelación humorística al
absurdo, al non sense, a la
exageración constante para hablar sobre complejos temas humanos como lo son la
soledad existencial y la identidad. En la novela, Pepe –el protagonista- es un
treintañero forzado a volver a la escuela secundaria, donde vivirá (revivirá,
más bien) humillaciones de todo orden que creía superadas para siempre.
Pepe será llevado como pensionista a la casa
de la colegiala, quien vive con sus padres “modernos”. A esa casa, en lo que lo
burgués más rancio coexiste con la intención de establecer constantes rupturas
con lo instituido (sin que tal hecho se produzca), Pepe introduce o produce
actos provocadores, que terminan poniendo “patas para arriba” lo que llamaría
la tranquilidad del hogar.
En un segundo acto, más inquietante, Pepe
junto a su amigo Polilla (un adolescente conocido en la escuela), parten al
campo donde el protagonista se encuentra con familiares pertenecientes a la
nobleza rural. En esa etapa, Pepe deberá defenderse aún más porque tía mediante
intentan volverlo a la condición de niño.
La lucha contra la Forma. Las complejas intenciones de Gombrowicz,
quedan expuestas en dos “prefacios” insertos en Ferdydurke y en los que trata
de explicarlas. Esos “prefacios” anteceden a otros tantos cuentos que si bien refuerzan
las ideas del autor, en simultáneo traban el desarrollo de la trama, de por sí
confusa porque Gombrowicz se propuso
escribir una antinovela burlesca, aunque lo absurdo no la vuelve incoherente o
incomprensible.
Gombrowicz advertía la insalvable dicotomía
existente entre el Joven y el Maduro, vale decir la confrontación existencial
entre la forma increada aún, representada por los jóvenes (virginales, pero
también irresponsables, pero también crueles, llegado el caso) y el Maduro,
ganado por la Forma de manera definitiva, la Forma que para el autor implicaba
lo Instituido y por lo tanto inamovible. Lo burgués, el Poder.
Pero la vida, también dice, no es
satisfactoria para nadie, porque la identidad es la que resulta constantemente
agredida. Cuando Gombrowicz expone sus criaturas a la “luz” de la literatura
esas limitaciones quedan en clara evidencia. Los Maduros son Profesores, son Terratenientes, son Profesionales, pero
también son seres asustados que deben hacer esfuerzos constantes para permanecer
–y prevalecer- en su misma Madurez. Al autor le bastan simples ejemplos
triviales para mostrarlos incompletos: muchas de sus acciones esconden su
infantilismo, la endeblez de sus afirmaciones, las tonteras que los animan.
El profesor Pimklo enamorado de la colegiala,
el ingeniero, padre de ésta, con sus carcajadas inesperadas y payasescas, la
tía de Pepe repartiendo bombones para que cuanto la rodea siga siendo infantil,
previsible, y por lo tanto el tiempo se estanque, tornándose reiterativo. El
terrateniente, con sus desplantes y sus “finuras” propias de señor burgués, los
profesores del instituto con sus formas esclerosadas de dictar cátedra… No hay
un solo personaje maduro que pueda
exhibirse sin exhibir también máscaras e hipocresías.
Pero los Jóvenes tampoco pueden prevalecer,
aunque lo intenten, porque, nos dice Gombrowicz, su fortaleza supone al mismo
tiempo su debilidad intrínseca: son la forma increada, algo en elaboración
constante con proyección de futuro, pero no algo concreto. Los Jóvenes entonces
apelan también a las máscaras, en un juego infinito.
La facha.Cincuenta años atrás se podía leer en la
edición de Primera Plana de Buenos Aires que hablaba de “Ferdydurke” aparecida
en ese momento bajo el sello de Sudamericana: “En una prosa cargada de gracia,
Gombrowicz plantea un drama que, desde 1938 hasta ahora, no ha cesado de
agudizarse: el de las falsas apariencias, los falsos ideales de madurez,
superioridad, cultura, que esclavizan al hombre. Así es la curiosa aventura de
Pepe, el protagonista; una aventura que, en principio, quizá pase ante el
lector desprevenido como una grotesca boutade;
pero aunque Gombrowicz preconice obsesivamente que la frivolidad, el juego y la
burla son pilares del arte, ‘Ferdydurke’ dice que el arte necesita, ante todo,
del dolor y la soledad, del sueño y la vigilia, de la audacia”. (Primera Plana
Nº 101, 13/10/1964).
Pepe lucha porque no es comprendido ni puede
comprender el entorno. Y más debe luchar porque Polilla quiere “fra… ternizar” con un peón. No mantener
relaciones homosexuales (aunque estás no terminen de quedar totalmente
aclaradas; el erotismo es una constante en la novela); sino volverse “iguales”.
El Terrateniente está dispuesto a entender la relación erótica, pero no puede
consentir esa “fra…ternización” que
colocaría en igualdad al señorito con el peón (un acto subversivo por
definición, que no puede, ni debe, tolerar).
Pero Pepe tampoco es un “igual” a Polilla, un
adolescente, ni puede tener la edad que le permitiría relacionarse con la
colegiala. Tampoco puede admitir, bombones mediante, que su tía lo infantilice.
Él, y esa sí que es una proclama made in
Gombrowicz, es único. Y entonces lo que debe defender, hacer prevalecer es
su facha, esto es su cara, su última (y
única) identidad.
En medio de tanta confusión, el protagonista
termina huyendo con su prima Isabel, no porque se haya enamorado sino porque es
un acto que puede “entenderse” entre los Maduros (raptar por amor), pero su
huida no tiene esa intención, sino la de que su “facha” no sea invadida. Y es por eso que reemprende
la huida no bien ella lo besa. Es su identidad la que se pone en riesgo: “Huyo
con mi facha entre las manos”.
Fotografías laterales: panorámicas de Varsovia,
años 1930, y de Buenos Aires, años 1940, respectivamente. Abajo;Tapas de ediciones anteriores de Ferdydurke en castellano:Sudamericana,Buenos Aires, 1964; y Argos, Buenos Aires, 1947.
….
La traducción de 1947 de Ferdydurke se ha vuelto, casi, una leyenda. Y razones le asisten. Witold hacía ocho años que “languidecía” en Buenos Aires. Había tenido frustrantes reuniones con los famosos escritores de la época, sin suerte. Adolfo de Obieta le publicó textos en una revista literaria, “Papeles de Buenos Aires”, dictó una conferencia que fue escandalosa pero también sin consecuencias favorables, porque lo cierto es que el autor polaco no lograba hacer pie ni, menos, convencer de que era un escritor de valía. En el café Rex, donde un grupo numeroso de gente ligada a la literatura se reunía para jugar al ajedrez, Gombrowicz les habló de Ferdydurke, pero era un libro escrito en polaco, incomprensible para todos. Pero, de a poco, tal como se cuenta en los distintos prólogos de esta edición, la novela capital de “Witoldo” fue revelándose a un público joven, cada vez más entusiasta. Hubo una suerte adicional, y que consistió en el hecho de que dos escritores cubanos vivieran por esa época en Buenos Aires: Virgilio Piñera y Humberto Rodríguez Tomeu. Ambos, especialmente el primero, cuentan cómo, con idas y vueltas, se logró la traducción de Ferdydurke a nuestro idioma, casi podría decirse a un idioma “argentino” poblado de neologismos, luego de un arduo y muy discutido trabajo. Comprensible, porque según revela el propio W.G. en esa traducción llegaron a intervenir nada menos que unas veinte personas, incluyendo al autor.
“Y me acercó su
facha. Y a mí me faltaron las fuerzas, el sueño sumergió la vela y no podía;
tuve que besar su facha con mi facha pues ella con su facha besó mi facha. ¡Y
ahora venid fachas! ¡No, no me despido de vosotras, extrañas y desconocidas
fachadas de extraños, desconocidos fachendos que me vais a leer, salud, salud,
graciosos ramilletes de partes del cuerpo, ahora justamente que empieza! Llegad
y acercaos a mí, comenzad vuestro estrujamiento, hacedme una nueva facha para
que de nuevo tenga que huir de vosotros en otros hombres”.
Datos para una biografía
Witold Gombrowicz nació en Polonia en 1904 y
falleció en Francia en 1969. En Varsovia, integrante de una familia terrateniente
descendiente de nobles (aunque “venida a menos”), estudió Derecho licenciándose
en 1926. Dos años más tarde visitó Francia y en 1929 ingresó a los Tribunales
de la capital polaca. Frecuentó los ambientes culturales de la época y en 1933
publicó su primer libro: Memorias del tiempo de la inmadurez. Cuatro años más
tarde se conocería su novela capital, Ferdydurke. En 1938 publica su primera
obra teatral, Ivonne, princesa de Borgoña y al año siguiente, como folletín,
aparece en un diario de Varsovia su inconclusa novela Los hechizados. 1939 es
un año fundamental en la vida del autor. En efecto, Gombrowicz ese año fue
invitado a viajar a la Argentina en el viaje inaugural del buque “Chrobry”. Al
arribar a Buenos Aires toma conocimiento de que en su país se había declarado
la guerra y decidió permanecer en Argentina, donde vivirá hasta 1963. Aunque al
comienzo intentará contactarse con el mundo cultural conservador de la época,
lo cierto es que se margina y vive una vida casi miserable hasta que en 1951
ingresa al Banco Polaco de la capital argentina. A pesar de su carácter
irritante, tuvo seguidores (especialmente entre los jóvenes) y fue por eso que
un grupo de entusiastas lo ayudó a traducir Ferdydurke al castellano, aunque
la edición publicada en 1947 no tuvo la menor repercusión. Gombrowicz retomó la
literatura en la Argentina. Sin embargo, sus obras comenzaron a ser consideradas en
Europa, centralmente en Francia, y no en Buenos Aires. Sus colaboraciones en
la revista “Kultura”, que editaban en París exiliados polacos comenzaron a ser
leídas con creciente interés. En Argentina escribió sus notables novelas Trans-atlántico y Pornografía, las obras teatrales El casamiento y Opereta, en tanto que comenzó a redactar otra de sus obras fundamentales, Cosmos, novela por la que recibirá en 1967 el prestigioso premio Formentor,
antes otorgado a Jorge Luis Borges y Samuel Beckett, entre otros. Las
colaboraciones con “Kultura” fueron conformando su Diario del que comenzaron a
publicarse tomos individuales a partir de 1957 en París. Al año siguiente se
publicará Ferdydurke en francés. Los triunfos de Gombrowicz en Europa pasaron
desapercibidos en la Argentina, a punto tal de que no pocos creyeron que eran
todos inventos y delirios del autor. A poco de radicarse en Europa, el talentoso
director teatral argentino Jorge Lavelli, residente en París, lleva al teatro
sus tres obras dramáticas, con notable repercusión de público y crítica, quien
lo ubica como uno de los autores fundamentales del Teatro del Absurdo, junto
con Eugéne Ionesco y Beckett. En 1968 aparece Testamento, conversaciones con
Dominique de Roux y ese año se casa con Rita Labrosse, su compañera desde
hacía cinco años. En tanto, la obra de Gombrowicz había comenzado a recorrer el
mundo, salvo en Polonia, donde fue varias veces censurada mientras duró el
régimen comunista. En Argentina se la ha publicado de manera intermitente, a lo
largo de los años, pero en castellano se difundió más en España que en el país
en el que residió casi un cuarto de siglo y al que no pudo volver porque en sus
últimos años de vida estuvo muy enfermo. Gombrowicz falleció en Vence, Francia,
el 24 de julio de 1969 por insuficiencia respiratoria.
En Polonia, el año pasado, apareció Kronos, apuntes que tomó Gombrowicz a lo largo de su vida y que fueron preservados por su viuda, Rita. Hasta ahora, no hay información de que ese libro vaya a ser traducido al castellano. Rita Labrosse, por otra parte, es autora de “Gombrowicz en Argentina, 1939-1963”.
En Polonia, el año pasado, apareció Kronos, apuntes que tomó Gombrowicz a lo largo de su vida y que fueron preservados por su viuda, Rita. Hasta ahora, no hay información de que ese libro vaya a ser traducido al castellano. Rita Labrosse, por otra parte, es autora de “Gombrowicz en Argentina, 1939-1963”.
Gombrowicz en cine:
“Pornografía”, Jan Jakub Kolski (2003) Polonia.
“Ferdydurke”, o “30 Door
Key”, de Jerzy Skolimowski (1999) Polonia.
“El servicio”, Alberto
Cortés, México, 1978, basada en el cuento “La escalera de servicio”
“Pornografía”, versión para
la tv alemana, 1971, dirigida por Peter Lilienthal Alemania
“Crimen premeditado”, 1969,
TV, dirigida por Peter Lilienthal Alemania.
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