Hocus Pocus, de Kurt Vonnegut
La Bestia
Equilátera, Buenos Aires, 2019
Traducción de
Ariel Dilon
En Argentina:
550 pesos
Estamos ante
una nueva, y cuidada, edición de la última novela del gran autor
norteamericano. En
rigor la última fue Cronomoto o Timequake, publicada en 1997 y traducida
cuatro años atrás por Último Piso aunque, en cuanto a “relato”, ese texto no es
novela sino un magma de “disquisiciones, ficciones entrecortadas, confesos
fragmentos autobiográficos y ‘noticias’ de su personaje Kilgore Trout”, según
comenté en este blog tiempo atrás.
En cambio, Hocus Pocus es una verdadera novela,
siempre y cuando se acepten el estilo y la forma narrativa propios del
incalificable autor, testigo y crítico del tiempo que le tocó vivir, implacable
con los Estados Unidos, cuyas llagas expuso en forma reiterada apelando a su
humor corrosivo, a sus historias que rozaron el absurdo, a veces irritantes y al mismo tiempo muy atractivas. Tanto, que hoy siguen publicándose, o reeditándose, a
pesar de que el autor de Matadero Cinco
falleció doce años atrás.
Historias
estrafalarias, muy cómicas (el humor “disimula” lo terrible) como la que narra
en este libro, que nos cuenta la vida y las peripecias de Eugene Debs Hartke,
veterano de Vietnam, quien, así como por casi casualidad “desembarcó” en West
Point también lo hizo en Tarkington, escuela de Indiana con escasas, por no decir
nulas, exigencias académicas.
Pero el
comienzo de la historia no se da en la (generalmente) placidez del mundo de los
profesores y los alumnos, sino cuando el narrador cuenta que se encuentra
encerrado y esperando un juicio, porque se lo considera responsable de una
masiva fuga de presos de una cárcel que, dice, se encuentra “aquí enfrente, del
otro lado del lago”.
El libro (no
puede sorprender tratándose de Vonnegut) se desarrolla en forma fragmentaria,
con poca atención a lo cronológico. Está además dividido en pequeños
fragmentos, cortados por líneas, puesto que, se advierte en el inicio del
texto, su “autor” lo escribió en una biblioteca, a lápiz, en cualquier soporte
de papel que tuviera a mano, “desde papel marrón de envolver hasta el reverso de
tarjetas de visita”.
El talante
“anarquista” del autor, y de su personaje principal, queda develado cuando el
narrador aclara que lleva los nombres del varias veces candidato presidencial
Eugene D. Debs (“mientras exista una clase baja me contaré entre sus miembros;
mientras exista un elemento criminal seré parte de él; mientras haya siquiera
un alma en prisión no seré libre”) y del senador pacifista Vance Hartke, ambos
de Indiana, como lo fue Vonnegut.
![]() |
Guerra de Vietnam |
El dislate. Ya se
sabe que la “marca de fábrica” del autor norteamericano es el humor corrosivo y
el disparate. Ocurre también aquí, con la historia de Eugene Debs, quien se
confiesa “criminal de guerra” por lo que hizo en Vietnam, cuenta su paso por la
universidad y desemboca en el dislate de la cárcel próxima a ella, en la que,
luego de diversas peripecias, termina siendo su alcaide.
Dislates,
absurdos, que se reiteran en la novela: el protagonista vive, como mejor puede,
con dos mujeres dementes (su suegra y su mujer), la cárcel es custodiada por
empleados japoneses que no hablan inglés, en Tarkington lo que menos interesa
son los antecedentes académicos de sus docentes, que suelen carecer de ellos, la
preocupación central de Debs es determinar si tuvo más amantes que la cantidad
de asesinatos que cometió en Vietnam… Y así de seguido.
“Su
crítica social más feroz suele aparecer disfrazada de parábola”, ha dicho
oportunamente (y de manera acertada) Jay McInerney en el New York Times. Las ácidas referencias
a los errores y hasta las tragedias que se verificaban en su país a lo largo de los años que le tocó
vivir, los señalaba y remarcaba “escondiéndose” tras el humor y las ironías,
cuando no el sarcasmo. La exageración, la boutade o el absurdo evidenciados en sus historias irreales resultaban el
camuflaje ideal para sus reiterados cuestionamientos éticos.
La novela,
que circuló también en nuestro idioma con el título de Birlibirloque, reitera –también- la habitual mirada pesimista de
Vonnegut no solo hacia sus connacionales, sino hacía el mundo, en general. No
obstante, pese a tanta situación adversa, nunca cierra del todo la puerta a la
esperanza.
Aparte: ¿Se
imaginan lo que pensaría, diría, haría el bueno de Kurt en nuestro hoy ante los
pensamientos, dichos y acciones de un tal Donald Trump? Algo que sin duda no
habrá ingresado ni a sus peores pesadillas.
![]() |
Hocus Pocus, edición en inglés |
“Shakespeare.
Pienso que William Shakespeare fue el ser humano más
sabio del que jamás he tenido noticia. Sin embargo, para ser completamente
franco, eso no quiere decir gran cosa. Somos unos animales imposibles de
engreídos, y realmente estúpidos como el diablo. Pregúntenle a cualquier
docente. Los perros y los gatos son más despabilados que nosotros.
Si digo que los Miembros de la Junta del Colegio
Tarkington eran unos idiotas, y las personas que nos involucraron en la Guerra
de Vietnam eran unos idiotas, espero que se sobreentienda que me considero a mí
mismo el más grande de todos los idiotas. Miren dónde me encuentro ahora, y lo
duro que trabajé para llegar aquí y a ninguna otra parte. ¡Bingo!
Y si tengo el sentimiento de que mi padre era un asno
y de que mi madre era una asna, ¿qué puedo ser yo, sino otro asno más?
Pregúntenles a mis hijos, tanto a los legítimos como a los ilegítimos. Ellos lo
saben”.
(de Hocus Pocus, página 163)
En el blog:
Video:
disertación de Kurt Vonnegut del 4.2.2004. Subido a YouTube por Eva Collins el
14.7.18. Duración: 17,37 minutos. En inglés con subtítulos en castellano
Comentarios
Publicar un comentario