TRES DÍAS DE JUNIO, DE ANNE TYLER


(diseño de Gerardo Morán)
 


EL REGRESO DE LA SUTIL NARRADORA

¿Qué hace que sean distintas las novelas de la norteamericana Ann Tyler? Su hábil “calado” en la condición humana, el manejo de las emociones, el saber tanto sobre ellas, pero, más que eso, la inteligente sutileza para exponerlas sin que se registren sobresaltos, el avanzar como en espirales, lenta y persistentemente, hasta arribar a lo último, que es cuando la intención oculta de la historia se revela, como quien descubre el íntimo secreto. La profunda verdad.

Ocurre de nuevo en Tres días de junio, su más reciente novela aparecida meses atrás en inglés y con traducción prácticamente inmediata a nuestro idioma. En la vigésima cuarta ficción de esta escritora de ochenta y tres años, tímida y al mismo tiempo lúcida como pocos, habla sobre el casamiento de Debbie, hija de Gail Baines y Max, sus padres divorciados. En principio narra lo previo a la ceremonia y luego de lo que pasa con los diversos personajes en los días subsiguientes.




Tyler se anima a más, porque desconcierta respecto de sus propósitos centrales, aquello que quiere nodularmente contar.

Así es que en el comienzo de la novela Gail se ve sorpresivamente notificada de que no ascenderá, como tenía previsto, a directora de la escuela donde trabaja, noticia que la sacude de tal manera que la lleva a renunciar de inmediato y por consiguiente de un momento a otro se queda sin futuro laboral.

Las a veces leves, a veces rotundas, vueltas de tuerca son “marca registrada” en Tyler. La habilidad para narrarlas, también. Siempre a sotto voce y sin subrayados innecesarios. Acertando en todos los casos, como acá vuelve a ocurrir.

Lo primero que sorprende es que el imprevisto cambio laboral no será lo central de la novela (en realidad se irá diluyendo hasta casi desaparecer) sino que dicho núcleo apuntará a las relaciones de pareja y cómo inciden en ellas las mentiras, los equívocos. Lo que se acepta, aquello que se esconde. Pero la anécdota sirve como un elemento indiciario en el sentido de que la directora de la escuela la califica de “áspera” y hasta de antisocial, aspectos conductuales que la definen, más allá de las intenciones que haya tenido su superiora para (casi) insultarla. Aunque no para faltar a la verdad.

Será pues la forma de relacionarse con el mundo por parte de Gail lo que pone en observación Tyler, y de qué manera la protagonista encara sus problemas y cómo los va resolviendo. Hasta el momento final, en que todo termina aclarándose. O tomando un ¿impensado? rumbo desconocido.

Los secretos que muchas veces tardan en ser develados.

La boda en sí misma estuvo a punto de no concretarse porque a la novia le llegó el rumor de que su futuro esposo mantuvo un episodio amoroso (con una amiga de ambos) días antes de la ceremonia, pero Debbie aceptará las explicaciones, poco convincentes, de su inminente marido. Una forma, dice sin decirlo Tyler, de “mirar para otro lado”, para evitar el fracaso matrimonial. Y, más aún, el social.



Tampoco allí radicará el centro neurálgico de esta nueva historia que, como la mayoría de los relatos de la norteamericana, transcurre en Baltimore, ciudad de algo más de seiscientos mil habitantes y próxima a Washington.

Por una circunstancia aleatoria Max, que vive lejos, deberá pasar unos días con su exmujer. Será una convivencia más apacible de lo esperado porque por otro motivo circunstancial una gata, que acompaña a Max, será la segunda huésped impensada que, además y aparte, irá ganándose el afecto de la dueña de casa. Pese a que ama más a los perros…



El animal será el pretexto narrativo de Tyler para ir llegando al núcleo del relato, porque a partir del subterfugio de decidir su adopción se registrará la última vuelta de tuerca, que evitaré aclarar, aunque sí puedo comentar que a través de la gata (a la que llaman Celine) Gail y Marx reanudarán un diálogo largamente interrumpido a causa de una traición diluida en el tiempo, pero no en las emociones de ambos protagonistas.

Tres días de junio no se presenta como un relato complejo, sino lineal, aparentemente simple aunque nada gratuito. Flecha dirigida, de nuevo, al corazón humano. Y cuyas líneas finales, agridulces, casi imprevisibles, poéticas, la potencia como leve explosión que queda repercutiendo en el corazón del lector.

 

Tres días de junio (Three Days in June), de Anne Tyler

Lumen (Penguin), Barcelona, 2025, 185 páginas

Traducción de Ana Mata Buil

 







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