"ECLIPSES FAMILIARES" DE PATRICIA SEVERÍN

La autora y el cuadro "Lo que pasa inadvertido", de María Luz Seghezzo

Eclipses familiares, de Patricia Severín
Fundación María del Pilar Berruezo
Tafalla, Navarra, España, 2019, 75 páginas (edición total: 160 páginas)
Seguido de Marabulla, de Silvia Rodríguez
Libros premiados en el XXIV Certamen de Poesía María Villar




La escritora argentina regresa con un poemario de excepción, justicieramente premiado. En él la temática familiar resulta un río pleno de ternura y dolor expresado de una manera sutil y convincente

Decir destino es navegar un mar que nunca se termina

Eclipses familiares se presenta como el poemario más sólido y comprometido en la obra de la santafesina Patricia Severín. Este infrecuente volumen fue premiado el año pasado en España, galardón compartido con la poeta canaria Silvia Rodríguez (por textos también de considerable calidad) y, lamentablemente, de escasa repercusión en nuestro país. Suele ocurrir.

Severín se ha atrevido a mucho en su más reciente trabajo. De una manera reflexiva, íntima y dolorosa, ha escarbado en la memoria familiar, en el padre muerto y en la madre anciana, hoy con dificultades de comprensión, sumergida en el pasado irrecuperable.

Lo más doloroso, admite, es haber hablado de la madre enferma, pero, al mismo tiempo, se ha tratado de una suerte de personal expiación. Y así como llegar a decirlo en forma poética significó un esfuerzo de construcción, el resultado le dio una cierta paz: “A veces escribo para sacarme lo que me acongoja”.

“quizá fue aquella noche / hace años
en que mi hermana
la tomó del brazo y le dijo:
me estoy muriendo mamá

quizás fue allí
cuando la oscuridad le comenzó a crecer”.

La hermana se fue, muy joven. El padre también. La madre, que él conoció en su esplendor, al que ella “amó tanto”.(en el “ahora” del poema) se mueve entre las sombras. El padre recordado de cierta manera conserva su luz, aunque pendiera sobre él la cruz del final:

“Mi padre quedó en los 47
la foto lo refleja alto
prolijo bigote sobre labios finos
entrada en la frente y en los ojos
esa tristeza desconcertada
del que sabe que pronto morirá”.

Poemas “amasados” entre la memoria, el presente, las emociones, y el buen pulso para escribir sin desbordes, recordando -la autora- que en todo momento debe prevalecer la actitud y la acción literaria. La palabra, en suma.

“detrás de un vidrio esmerilado
está de pie la familia
reconozco a cada uno por su sombra
los muertos / abuelos / bisabuelos
todos están presentes
la sombra es un triángulo con vértice hacia el fondo
la vida ha llegado desde allí”.

“Escribo para sacar lo que me acongoja. Y al hacerlo una pesada carga se desprende de mí y queda en el papel”.  De esto trata este poemario escrito durante dos años intensos y, supongo, desgarradores. 

Hay, claro está, una “confesión”, una manera de mirar, una forma de reflexionar sobre lo acontecido y sobre lo que ocurre, lo que le ocurre, al ser más querido. Y, hay, sobre todo, una manera contenida, austera, y muy compleja, de decirlo.

Haber cruzado el Rubicón de su existencia personal con tanta carga y también con tanta pericia es un triunfo. Que se lo hayan reconocido a Severín más allá de nuestras fronteras señala una determinada riqueza expresiva, el reconocimiento de un lenguaje propio que cabe remarcar y celebrar.

el rencor se huele, cimarrón, más allá de los pastizales

Con el pintor Miguel Ocampo
Una temática atravesada por lo personal

¿Cómo nació la idea de Eclipses familiares?

Siempre me pasa, que comienzo a escribir y no sé dónde va esa línea que está comenzando a formarse. Cuando empieza a tomar cuerpo, en el sentido de que el tema se hace recurrente, y los poemas ya son varios (o muchos), me voy enterando hacia el lugar que quiere ir lo que se inició en medio de tinieblas sin tener un destino muy preciso. Me parece que debo aclarar aquí que mi estilo no es juntar poemas sueltos y armar un libro sino hacer un todo temático que se manifiesta en libro.


¿Te llevó mucho tiempo su elaboración?

No mucho, considerando mi lentitud para redondear los textos y darlos por terminados. Fueron más o menos dos años en los cuales obviamente hubo varias mutaciones. La última parte, por ejemplo (La Familia), sentí la necesidad de escribirla cuando terminé las dos primeras (Mamá; Papá).

¿Cómo fue, en tu ánimo, abordar una temática atravesada por lo personal?

Siempre mis temáticas están atravesadas por lo personal. Esta, en especial, fue difícil porque hablo de mi madre anciana (que aún vive) y su transformación mental (dolorosa para mí) entre el antes y el ahora.

¿Tuviste que desarrollar algún tipo de estrategia para mantener distancia entre la experiencia personal y lo que fuiste plasmando en tu poesía?

Hay una primera escritura a lo que llamo magma en donde expreso libremente lo que quiero decir. Luego lo voy transformando en la manera en que lo debo decir. Allí entra, por decirlo, de algún modo, la profesión, y en ella, las lecturas que nos influyen o traspasan al momento de decir lo que necesitamos decir. Mi estrategia es dejar reposar lo escrito por un tiempo; cuando nuevamente lo abordo ya tengo la distancia suficiente para ser crítica de mi propio texto.

¿Trabajaste los textos en soledad? ¿Hubo consultas, digamos así, externas?

Siempre los trabajo en soledad. Luego los doy a leer a uno o dos poetas que considero que su juicio puede ser enriquecedor, y a partir de estos análisis los vuelvo a corregir y comienzo a armar el volumen. Siempre sobra o falta algo. Allí entonces completo el andamiaje.

¿Buscaste en otras, en otros, “registros” que se acercaran al tuyo?

En esta temática no hay mucho como antecedente. Por lo menos que yo conozca. Lo que he leído no siempre me gustó, soy un tanto precursora en decir de este modo lo que tengo para contar en esta temática tan fuerte. Pero hay textos, como el de la escritora Irma Verolín, de los cuales extraje versos, que transformé en epígrafes, y me resultaron lucecitas para no perderme en el camino.

Si tuvieras que definir en pocas palabras lo que te ha significado ese camino que has transitado, ¿cuáles serían?

A veces siento que escribo para sacar lo que me acongoja. Y al hacerlo una pesada carga se desprende de mí y queda en el papel. Si puedo lograrlo la sensación es de una enorme paz y de una extraña felicidad.

Tres poemas


el orden del amor

decir destino
es navegar un mar que nunca se termina
hay que buscar un atajo
para tanta inmensidad

una fatiga oculta
tapa el propósito de la vida
la madre se mira en un vidrio transparente
haber vivido tanto y no recordar
resulta un vicio absurdo
una flecha que nunca da en el blanco

ya no habrá tiempos mejores
el orden del amor no está cumplido
¿qué pasó con su madre su padre sus hermanos?
¿qué nudo quedó hundido en aquel mar?
¿se puede dar lo que no se tiene?
¿hallar lo que está perdido?

Ser la sobreviviente de esta tribu
Es cumplir la condena de su estirpe
vivir     vivir     vivir
solo para olvidarlo

el filo hilo de nuestro amor

dice que quiere irse
quiere volver a su casa de una buena vez
¿qué puedo decir?
que yo también lo prefiero
que debemos tolerarnos mansamente
para sobrellevar en paz esta batalla

que aún la guerra no se tragó por completo
el fino hilo de nuestro amor

el asma / el cigarrillo

las mareas se elevan con la luna
el asma / el cigarrillo / el baño de vapor
la muerte gaseosa y fría en la neblina
la asfixia / la madre / la familia
le oí decir:
aquí soy lo que soy

junto al mar
donde la luz cae a pleno
sobre el resplandor de la tarde
la inmortalidad llega frívola / desencantada
el polvo de lo irreal
envuelve como una capa de lino
las palabras que no pudieron decirse

vamos por una autopista imaginaria
él, nosotros,
el rencor se huele, cimarrón, más allá de los pastizales
penetra los poros
y quedamos en éxtasis

aquí soy lo que soy
llegamos a mirar el mar
a sonreír
a saber que la alegría existe
pero no nos dimos cuenta quién era el que fue

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