Se cumple el centenario de la publicación de El gran Gatsby, una de las obras más populares de la narrativa norteamericana y a mi juicio (muy compartido) la mejor narración de Francis Scott Fitzgerald.
La novela fue un fracaso de ventas al momento de su
“nacimiento” (el 10 de abril de 1925) y su autor creyó hasta su muerte que
había sido un gran fiasco. A instancias del crítico Edmund Wilson cambió la
perspectiva de quienes juzgaban a Fitzgerald como un autor menor.
En cuanto a su difusión, ella tomó gran impulso al ser distribuida entre los soldados norteamericanos que luchaban en la
Segunda Guerra Mundial. Los millones de copias que se distribuyeron masivamente
llegaron luego a los hogares estadounidenses cuando esos efectivos estuvieron
de regreso. Poco tiempo después su popularidad se acrecentaría aún más al volverse
texto de lectura obligatoria en las escuelas secundarias del país. El cine
contribuiría a mantenerla vigente hasta el día de hoy.
Nick Carraway es quien cuenta la historia del enigmático
Jay Gatsby porque ha sido su vecino (mientras él alquilaba una modesta casa,
Gatsby vivía en una ampulosa mansión). Todo transcurre en un poblado de Long
Island en el que residían su prima Daisy Buchanan y el marido de esta, Tom.
Daisy tendrá mucho que ver con Gatsby, como irá develando el relato.
Lo válido de la historia es el misterio que rodeaba al millonario y la recreación de un ambiente de efervescencia en el que se mixturaban la música, el alcohol, las fiestas y la profunda necesidad de dejar atrás lo que había sido la miseria y el dolor de la llamada Gran Guerra (Primera Guerra Mundial). El aturdimiento de los Años Locos. El visionario anticipo de la Depresión que ensombrecería la vida norteamericana en años venideros.
De a poco, y a través de Nick, irán descubriéndose los “misterios”
de Gatsby, quien se había ido pobre del lugar y retornado rico. Lo demostraba
con las fiestas fabulosas que organizaba en su mansión a las que nadie quería
faltar. Salvo el propio anfitrión, que nunca se hacía presente.
La trama se volverá compleja sucediéndose encuentros y
desencuentros, amores y desamores, confusiones que derivarán en tragedia. Una
tragedia quizás anunciada desde el comienzo de la historia que aparece teñida
de ilusiones, desilusiones y reiterada melancolía.
Es una obra de alta calidad que mantiene el interés de
quien la lee desde su mismo comienzo. Fitzgerald consiguió con ella lo que
tanto anhelaba mientras vivía su vida de constantes sobresaltos: escribir una
verdadera obra maestra que ha persistido íntegra en estos cien años
transcurridos.
El regreso de Thomas Pynchon
Penguin Random House sorprendió ayer al mundo entero al
anunciar que el 7 de octubre venidero se conocerá la novena novela del escritor
Thomas Pynchon, quien desde 2013 guarda un constante silencio literario. La
novela, de la que aún se desconoce su portada, lleva por título Shadow
Ticket (/algo así como Billete en la sombra) y transcurre, según indica el sello, en 1932, plena época de la
Depresión norteamericana.
Sobre la novela se expresa: “Milwaukee, 1932, la Gran Depresión en pleno apogeo, la derogación de la Prohibición a la vuelta de la esquina, Al Capone en la cárcel federal, el negocio de la investigación privada cambiando de las relaciones obrero-patronales a un ámbito más doméstico. Hicks McTaggart, antiguo rompehuelgas convertido en detective privado, cree haber encontrado un trabajo seguro hasta que lo envían a lo que debería ser un caso rutinario: localizar y rescatar a la heredera de una fortuna quesera de Wisconsin, que ha decidido irse del hogar con destino desconocido.
Sin darse demasiada cuenta el detective (al que han secuestrado y llevado a un transatlántico), terminará finalmente en Hungría, donde "no hay costa, se habla un idioma de otro planeta y circulan suficientes pasteles (en el sentido de sobornos) para cualquier policía hasta bien entrada la jubilación"; y, por supuesto, sin rastros de la heredera fugitiva a la que se supone que persigue.
Para cuando Hicks la alcance se verá envuelto en una lucha constante con nazis, agentes soviéticos, contraespías británicos, músicos de swing, practicantes de lo paranormal, motociclistas fuera de la ley y los problemas que conlleva cada uno de ellos, ninguno de los cuales Hicks está capacitado para afrontar. Ni hablar de cobrar.
Rodeado de una historia que desconoce y de
la que no ve la manera de entrar ni de salir, el único lado positivo para Hicks
es que es el amanecer de la era de las big bands y él, por casualidad,
es un bailarín bastante bueno. Si esto será suficiente para permitirle, de
alguna manera, regresar a Milwaukee y al mundo normal, que quizá ya no exista,
es otra cuestión”.
Como se puede apreciar, un Pynchon puro quien el mes
próximo -el jueves 8- cumplirá ochenta y ocho años. Es formidable saber que no está en retiro sino que el
gran maestro sigue en su brega.
Fotografías. Arriba: Francis Scott Fitzgerald y cubierta de la primera edición de El gran Gatsby. Abajo: Thomas Pynchon cuando fue recluta en la marina, en 1955, a los dieciocho años. Desde entonces no se conocen nuevas fotografías del escritor, quien nunca ha dado entrevistas y mantiene una vida totalmente anónima
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