LA MUERTE DE PAUL AUSTER Y SU ÚLTIMA NOVELA: BAUMGARTNER


(detalles de las fotografías al final)

No resulta fácil referirse al gran escritor Paul Auster como a alguien que ha dejado de estar entre nosotros. No, después de décadas de haberme encontrado con sus novelas, nuevas o antiguas, así como con sus reiteradas y casi siempre fervientes declaraciones públicas, plenas de sentido común, de profundas inquietudes humanistas. No siempre acertó con sus ficciones y tampoco resultaba necesario coincidir con sus reflexiones, importaba más advertir la sinceridad de sus búsquedas y afirmaciones, la intensidad advertible en acciones y creaciones.

Pero, bien, Auster nos ha dicho adiós a los setenta y siete años, luego de una larga y muy fatigosa lucha contra el cáncer, tal como lo ha contado, con dolor y mucha entereza, su esposa, la escritora Siri Hustvedt. Por tal motivo, su deceso no ha sorprendido, pero saberlo no quita la pena. Ni eso que también ocurre: el comienzo de un recuerdo que esperemos no cese y se vuelva olvido.

Auster estudió en Estados Unidos, vivió unos años en Francia y a su regreso inició una carrera literaria con la novela policial Jugada de presión (1983, firmada con seudónimo). Escribió una treintena de libros, dieciséis de las cuales fueron novelas. El listado se completa con varios trabajos autobiográficos, ensayos, obras teatrales y poesía. Su libro de ficción quizás más famoso sea la Trilogía de Nueva York (1985/6) que en rigor no es novela, sino que está integrada por tres relatos en los que resulta fundamental la intervención del azar. Sí, esa música del azar que lo acompañará de ahí en más hasta su más reciente historia, Baumgartner, que, como se pensaba y ahora se puede confirmar, ha sido su nostálgica, pero no necesariamente triste, despedida de la vida. 

Cada lector en el mundo -porque Auster ha sido conocido y reconocido en muy diversos países del planeta- tendrá su novela preferida de este ponderable escritor. Por cierto, no hay necesidad ni motivo para quedarse con una sola, siendo que su prolificidad permite una variada elección. Por mi parte, además de la Trilogía, me inclino por La invención de la soledad (1982; en la que habla de la relación que mantuvo con su padre y en la que advirtió que fue entonces, en los comienzos de la década de 1970, cuando comenzó “el asalto a las ciudades”), La música del azar (1993; jugadores de póquer que terminan en una situación extrema, historia llevada al cine por Philip Haas en 1993), el entrañable relato Tombuctú (1999; la relación de un perro de la calle con su amo, un poeta errante) e Invisible (2009; dos historias, una “externa”, la relación con una pareja poco común que termina envolviendo al narrador en un crimen y la confesión de este, a través de un texto autobiográfico, de haber mantenido una relación incestuosa con su hermana: erótica y compleja, expresada en un decir sutil y leve, próximo a la poesía). 

Por cierto que hay más, entre tantos textos su tour-de-force de 2017 4, 3, 2, 1, novela con un mismo personaje viviendo vidas de comienzos iguales, pero con derivaciones diferentes. Un gran esfuerzo narrativo de casi mil páginas, que le demandó tres años y al que no pocos críticos han calificado como obra maestra.

Se extrañarán sus nuevas ficciones, así como declaraciones públicas, su confrontación con los sectores antidemocráticos de su país y del mundo, sus reiterados reclamos en favor de la paz y la concordia humana. También, el claro enfrentamiento que sostuvo con la derecha extrema norteamericana con la que, sostenía, no tenía “un solo punto de contacto”. Manifestó una constante preocupación por el destino de los Estados Unidos, país en el que -afirmaba- “se vive una larvada guerra civil”. No por nada sus críticas a Donald Trump nunca cesaron.

Al conocerse las primeras novelas de Auster en su país se lo desdeñó calificándolo de “escritor europeo”. A pesar de nuevas y reiteradas entregas, libros y declaraciones, no parece que parte de ese menospreciado haya desaparecido del todo. Digo esto porque observando los medios de USA más calificados si bien hablan de su deceso, no le dedican tanto espacio como sí lo han hecho los de los países latinoamericanos, destacándose los argentinos.

Notoria resulta en cambio la repercusión de su muerte en diversos países europeos, especialmente España, Francia, Italia y Bélgica. Presumo que ocurre algo similar en otras naciones europeas. Auster realizó tres visitas a la Feria del Libro en Buenos Aires y tuvo siempre una gran recepción, así como ocurrió con sus libros.

Más allá de la impresión subjetiva que transmito, difícil que un escritor de esos quilates no fuera tomado en cuenta. Difícil no extrañarlo.

Paul Auster nació el 3 de febrero de 1947 en Newark, New Jersey, y falleció en Nueva York el 30 de abril de 2024. Estuvo casado con la escritora Lydia Davis y con ella tuvo a su primer hijo, Daniel. Luego de divorciarse, en 1981se casó con la también escritora Siri Hutsvetd.  Ambos han residido len Brooklyn, territorio en la que Auster ha hecho girar la mayor parte de sus ficciones. La pareja tuvo una hija, Sophie, quien hoy es cantante y volvió abuelos a Paul y Siri poco antes de fines del año pasado. Resultó una suerte de compensación, dado que en 2022 había fallecido por sobredosis Daniel, quien estaba acusado de ser responsable de la muerte de su hija, casi recién nacida, fallecida unos días antes al parecer por descuido del padre. Auster escribió guiones de cine y dirigió tres películas. Obtuvo distintos premios y distinciones a lo largo de su vida literaria, destacándose entre ellos el Príncipe de Asturias (España) y el Médicis (Francia). Recibió dos doctorados honoris causa, de otras tantas universidades de Argentina y España. Está traducido a más de cuarenta idiomas. 


Baumgartner

La última novela de Auster se conoció en el original inglés en octubre del año pasado y la traducción a nuestro idioma se distribuyó en marzo último. La escribió poco después de concluir el extensísimo y muy detallista estudio biográfico y literario de Stephen Crane (La llama inmortal de Stephen Crane, 2021) elaborado durante la pandemia. La novela que ahora comento fue llevada adelante, con las dificultades del caso, en el oscuro período de su terminal enfermedad pulmonar. 

No se puede afirmar que la historia del profesor viudo que sigue extrañando a su esposa muerta nueve años atrás se corresponda con la vida de Auster, pero sí es factible pensar que ha tenido que ver con sus sentimientos, sin duda sensibilizados por la enfermedad. 

Baumgartner, profesor universitario en los setenta de su vida, revive el pasado en común con su esposa Ann a partir de diversos escritos que ella dejó como suerte de legado. De ese modo puede rememorar anécdotas compartidas, desde el momento en que se conocieron hasta poco antes del fallecimiento de Anne, un accidente impensado puesto que, pese a ser buena nadadora, se ahogó en el balneario de Cape Cod, en Massachusetts, llevada por las olas en un día de mar agitado. 

En simultáneo, mientras revive hechos del pasado, el protagonista escribe un libro satírico, Misterios de la rueda, en el que establece conexiones entre el ser humano y el automóvil. El volumen está conformado por reflexiones teñidas de humor, según se infiere. Pero, al profesor le ocurre que le siguen faltando vasos comunicantes con la propia vida, como si hubiera huido al morir Anna, cuando se sintió como un hombre sin extremidades, sin motivos para seguir existiendo. 

No obstante, y como suele ocurrir, con la lentitud del caso, el protagonista va reaccionando, vinculándose de otra manera con la vida cotidiana. Primero, volviendo al dictado de clases, luego, trabajando para editar un pequeño libro de poemas de Anna y más tarde en su propio libro. Una cuarta alternativa la dará su presunta nueva “conexión” con el amor, o la posibilidad de tal, a través de Judith, una conocida de Anna. 

Habrá en la existencia de Baumgartner, inesperadamente, un acicate distinto, decisivo: a través de un conocido en común una alumna universitaria, Beatrix Bebe Coen, le hace saber que quiere viajar a su casa porque se ha entusiasmado con la poesía de Anna y desea conocer más trabajos de la mujer fallecida. De manera que, en el riguroso invierno norteamericano, Baumgartner toma conocimiento de que su invitada se propone recorrer en automóvil el trayecto entre la universitaria Ann Arbor, en Michigan, hasta Princeton, cercana a Nueva York. Nada menos que unos mil kilómetros de distancia.           

Y así, en el tramo final de esta novela que refiere antes que nada a los distintos estados anímicos del protagonista, se lo verá al profesor setentón preocupándose por lo que pudiera llegar a ocurrirle a la desconocida en el arduo viaje, puesto que ella no se aviene a ninguna otra alternativa que la de cubrir esos kilómetros en un coche nada flamante.

Auster ha sustentado la novela en los pensamientos de Baumgartner, en sus distintas peripecias y sentimientos encontrados (las de la soledad, las del dolor por la pérdida sufrida, las de sus cambios de humor, las de sus intentos, fallidos en algunos casos, esperanzados en otros, de reparar, reconstruir, su vida). También la historia le permite al narrador reflexionar sobre los temas que le importan: la vida, la muerte, la soledad, el infortunio, los leves momentos de felicidad, las relaciones entre los seres humanos (especialmente en dos hechos que involucran, de manera diversa, a niños con sus padres) y, claro está, el azar, que va “haciéndose presente” en distintos momentos de la vida del profesor, y que se torna aún más evidente en un final tan inesperado como, quizás, esperanzado. 

La novela se ve “reforzada” con episodios de humor, algunos absurdos, como cuando al comienzo de la historia se lo ve al anciano en una suerte de pequeñas y graciosas anécdotas que bien podría llamársela “atrapado sin salida”, consecuencia de sufrir en forma consecutiva diversos y más que dolorosos accidentes domésticos. Algo que, sin demasiado humor, eso sí, se reitera al final de la historia, cuando el profesor sale de su casa para dar vueltas en ese pleno invierno de fuertes nevadas. En un automóvil… que indirectamente lo conecta con su libro y sus reflexiones. 

Novela que habla de la pérdida y de la nostalgia por lo que no se puede recuperar, pero también de la vida como posibilidad o mejor como probabilidad de seguir abriendo puertas hasta el final. 

Es la despedida de Auster, hecha con crudeza, pero sin golpes bajos, por lo que no deja de emocionar. 

Baumgartner, de Paul Auster. Seix Barral, Barcelona-Buenos Aires, 2024, 261 páginas. Traducción de Benito Gómez Ibáñez


 
En Noticias desde el sur

Comentario sobre la novela 4, 3, 2, 1 de Paul Auster. 21.10.2017 

Fotografías: de arriba abajo, portada de los diarios Liberation, de París (“Nostalgias neoyorquinas, escritor del misterio y el azar, el más francés de los autores norteamericanos ha muerto el martes a los 77 años”); La Nación, de Buenos Aires (“Paul Auster, una suoerestrella de la literatura con dimensión universal”); El País, de Madrid (“Muere Paul Auster, escritor de la soledad y el azar, en Nueva York”); El Comercio, Lima (“Muere el escritor Paul Auster, aclamado autor de Trilogía de Nueva York");  Le Figaro, París ("Homenaje al más francés de los escritores neoyorquinos”); Le Soir, de Bruselas, Bélgica (“La inmensa obra de Paul Auster”). En el cierre de la nota, Paul y Siri, bellos y jóvenes, fotografiados en el frente de su casa, en Brooklyn.

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