LA CASA EN LA COLINA, DE CESARE PAVESE

El duro oficio de vivir y la ausencia de respuestas afectivas fueron suficientes como para que Cesare Pavese, una de las mejores voces literarias de la Italia del siglo XX, terminara con su vida en un hotel de Turín cuando aún no había cumplido los cuarenta y dos años.

Precisamente, en la capital del Piamonte transcurrió gran parte de su vida, donde estudió y luego ingresó a la prestigiosa Editorial Einaudi, de la que terminó siendo uno de sus principales puntales y en la que trabajó, junto a prestigiosos autores de la época, tales como Natalia Ginzburg. Italo Calvino y Elio Vittorini, hasta su suicidio en 1950.

En ese interín, y a partir de la publicación de su primer libro, Trabajar cansa (Lavorare stanca, poemario de 1936), Pavese fue cimentando una sólida obra literaria con novelas, poesía y su famoso diario, que póstumamente se conociera con el título de El oficio de vivir (1952).

Ahora reeditada en España y escrita entre 1947 y 1948, La casa en la colina fue publicada este último año y es considerada, con razón, como su mejor novela entre la quincena que publicó. Transcurre centralmente en Turín o Torino y las colinas que la rodean en el año 1943, cuando el régimen fascista se sostenía en sus últimos estertores apoyado por las tropas alemanas mientras noche tras noche la aviación aliada bombardeaba a la ciudad que aún no había capitulado.

A través de su personaje Corrado y con vívidas, aunque no admitidas, pinceladas autobiográficas, Pavese sigue al protagonista en una suerte de constante deambular, entre la casa de la colina que alquila y sus visitas a la ciudad aún gobernada por los fascistas, empecinados en sostener una guerra perdida. Al mismo tiempo, las montañas próximas se llenaban de jóvenes partisanos y los soldados italianos desertaban de a miles, hartos de una guerra que solo les producía muerte y destrucción, haciendo añicos los delirantes sueños de Mussolini, quien junto con su amante terminaría colgado en una plaza pública.

Corrado se ve “tironeado” por sus deseos de participar en la resistencia al Duce y al mismo tiempo su decisión de no involucrarse en las cuestiones políticas, temeroso de las consecuencias que le puedan acarrear, dado que el fascismo y el nazismo solo se mantenían a base de fanáticos intolerantes. En tanto, en su vida ha reaparecido Cate, a quien conoció ocho años atrás cuando era “una cría burlona y desocupada, delgada y un poco torpe, violenta”.

Cate ha cambiado porque la propia historia, la política y la personal, ha mutado. En el primer caso, debido a que se muestra mucho más implicada en la política que Corrado, y en el segundo porque tiene un hijo, Dino, de diez años de edad, quien despierta en el protagonista la sospecha de que podría ser su padre, algo que Cate no confirma, pero tampoco niega.

La violencia de las bombas nocturnas se contrapone a la calma de las colinas, que incansablemente recorre Corrado, primero acompañado por su perro Belbo (guiño a sus lectores: el autor había nacido en Santo Stefano Belbo) y luego por Dino, con quien va estableciendo una creciente complicidad.

Docente en un colegio religioso que a veces se encuentra cerrado y otras en plena actividad, en un momento dado advierte que los cambios se han acelerado, entre ellos que pierde de vista a Cate (que participa de la vida colectiva en una hostería frecuentada por antifascistas) y se ve obligado a irse de Turín y buscar refugio en un convento, porque se entera a tiempo de que están a punto de arrestarlo.

Allí logrará que trasladen a Dino, en tanto va tomando conocimiento de que las montañas atraen cada vez más a los jóvenes, que organizan la resistencia, entre ellos sus amigos de la hostería, la propia Cate y quizás el mismo niño, quien de pronto desaparece del convento.

Y el discurrir constante de Corrado en un momento dado deberá proseguir, porque de nuevo se encuentra a punto de ser detenido por los fascistas. Por lo tanto, se ve obligado a realizar un amplio periplo para regresar, a pie, a su pueblo natal. La novela terminará allí, mientras Corrado se pregunta sobre el porqué de la guerra y qué ocurrirá en el próximo futuro, y sobre los caídos, a causa de qué murieron. Y la pregunta quedará flotando más allá de esta sólida, siempre vigente novela.

La casa en la colina (La casa in collina), de Cesare Pavese. Altamarea Ediciones, Madrid, 2023, 171 páginas. Traducción de Carlos Clavería Laguarda

Fotografías: Natalia Ginzburg e Italo Calvino; bombardeos a la ciudad de Turín en 1943. En la primera de las fotografías se advierten los daños producidos en la fábrica Fiat en la capital piamontesa

 

 

 

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