Hotel Acantilado, de Pablo De Santis
Loqueleo, Buenos Aires, 109 páginas
En Argentina: 745 pesos
“Era el amor. El único mar adonde nunca se había
aventurado”
El argentino Pablo de Santis regresa con otro de sus eficaces libros de aventuras destinados al público joven, aunque bueno es aclarar que son relatos para todas las edades dada la habitual calidad de sus propuestas narrativas. Que, felizmente, se ven reiteradas en su flamante novela corta.
El personaje principal es el mítico capitán Nemo,
protagonista de las Veinte mil leguas de viaje submarino y una de las
figuras de La isla misteriosa, famosas novelas de Julio Verne. Nemo es
un ser misterioso, que no clarifica los motivos de sus obsesiones, entre ellos un
odio profundo hacia Inglaterra. En La isla misteriosa se aclara que Nemo
es un príncipe indio que busca vengarse del Imperio Británico por las maldades
que ha perpetrado contra su pueblo.
Tiempos después de sus aventuras y en la profundidad de
la Patagonia argentina, Nemo (que no revela su nombre) acompañado por Yukio se
hace cargo del hotel Acantilado, con la finalidad de alquilarlo solo a las
almas solitarias. El paisaje del fin del mundo predispone a ello.
Nemo está alejado de la aventura y en su nuevo papel
busca comprender las complejidades del ser humano, al que confiesa no conocer.
Y al hotel van llegando esos seres solitarios: el librero Carlos Paplin, el
ornitólogo Horacio Graut, una viuda que se identifica como la señora Vega, una
suerte de mago, Cosmo, que viaja con su “máquina de mirar”, a la que llama
Cosmocopio.
Escasos personajes, que no terminan de ser quienes
aparentan, situaciones ambiguas y un ambiente que irá adensándose página a
página, en ese hotel extraño en el que Nemo intenta reconstruir la gran
biblioteca que perdió al naufragar su submarino Nautilus.
Este es un libro de aventuras, de misterios que se van
dilucidando de a poco, de situaciones ambiguas, escrito con una prosa ejemplar.
Nada puedo develar, pero bien vale sumergirse en la nueva propuesta de De
Santis, quien, por suerte, no defrauda.
Un hombre sin patria, de Kurt Vonnegut
Cía. Naviera Ilimitada, Buenos Aires, 2020, 124 páginas
Traducción de Daniel Cortés Coronas
En Argentina: 920 pesos
El norteamericano Kurt Vonnegut (1922-2007), escribió novelas, cuentos, ensayos, teatro y guiones, y en todos los casos se mostró disruptivo, complejo,“escondido” detrás de la heterodoxia y el punzante humor (que tanto se extraña).
Un sello argentino ha reeditado ahora Un hombre sin
patria, el último libro publicado en vida por el autor de Matadero cinco.
Data de 2005, cuando Estados Unidos no terminaba de salir del horror del
atentado a las Torres Gemelas y Bush había lanzado su guerra a Irak, de la que
aún hoy no puede desprenderse, luego del baño de sangre y muerte que aún no cesa.
Este magnífico autor fue un pacifista a ultranza, un
socialista que criticó siempre los excesos del sistema capitalista (y de tantos
más) que a cambio de acumular riquezas agrede sin solución al planeta. En este
libro se muestra más que escéptico sobre la marcha del mundo y el propio futuro
de la humanidad.
“Me parece que el planeta debería deshacerse de nosotros.
Somos unos animales realmente odiosos”, dice en una de sus reflexiones. Es un
Kurt Vonnegut en estado puro, “exhibiéndose” con una frase más que provocativa que,
por supuesto, busca sacudir conciencias, tantas veces adormecidas.
Un hombre sin patria es una permanente diatriba, que no responde
a ningún plan preconcebido porque en este libro se lo ve a Kurt exaltado,
preocupado por la marcha de las cosas y, de paso, rememorando situaciones, personajes,
que han pasado, tales como Mark Twain, o Lincoln, o el socialista Eugene Debs,
quien se presentó seis veces como candidato a presidente de Estados Unidos,
perdiendo en todos los casos, pero manteniendo una fe inquebrantable en la
humanidad. “Ese es mi equipo”, dice Kurt, entre signos de exclamación.
Y en el libro vuelve a recordar la masacre de Dresde, en
la Alemania nazi, donde estaba prisionero, experiencia que fue base de su
excepcional Matadero cinco. Vonnegut recuerda que durante toda una noche Dresde
fue bombardeada por la aviación británica para, afirma el autor, confirmar que
una ciudad entera podía quedar destruida con bombas incendiarias.
La insólita y terrible “teoría” quedó confirmada en la
práctica: Dresde, que no era para nada un objetivo militar, quedó destruida y
en esa noche murieron 135 mil personas, entre ellas prisioneros del bando
aliado. Kurt se libró por casi casualidad, dado que tanto él como sus
compañeros fueron ubicados en un sótano. Alguno de ellos, con un inesperado
sentido del humor, dijo en ese momento trágico: “Me pregunto qué estarán
haciendo los pobres esta noche”. Nadie rio, comenta Kurt, pero al menos sirvió para
darse cuenta de que seguían vivos.
El libro entero nos dice eso, que los humanos valemos la pena, pese a todo. Que más que sobrevivir, hay que vivir. Y, como diría Kurt, que recordemos al Sermón de la Montaña…
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