"LA PENÚLTIMA VEZ QUE FUI HOMBRE BALA", DE ETGAR KERET

 


Es poco frecuente encontrarse en estos tiempos con un autor como el israelí Edgar Keret, un escritor tocado por la gracia, por la extrema facilidad que tiene para acudir a distintos registros y manejarlos con envidiable solvencia.

 

Lo ha demostrado en sus múltiples títulos (circulan unos diez en nuestro idioma) y lo reitera en La penúltima vez que fui hombre bala, a mi entender su libro más consistente, una suerte de muestrario de una gran versatilidad, de la talentosa manera de abordar la complejidad contemporánea.

Así, Keret puede “saltar” del inesperado lirismo (el cuento que da título al libro), al drama del final de una pareja (“Yad Vashem”*), del más auténtico surrealismo (“Por la noche”)  a las arbitrariedades que puede generar el dinero (“Cumpleaños todo el año”). Los temas a los que acude Keret para sus relatos son múltiples, diferentes en grado sumo, logrando que en la mayoría de los casos los relatos se potencien, cobrando un gran atractivo.

 

Se ha dicho, y no sin razón, que es el humor el “motor” de sus historias. Y eso es cierto en la mayoría de los cuentos del presente libro, pero el autor de La chica sobre la nevera, en este caso ha arriesgado, ampliando sus temas y logrando de ese modo contar historias ligadas al verismo y considerablemente más inmediatas y humanas. Presumo que más desasosegantes.

 

De inmediato, quiero decir a partir de sus primeros libros, a Keret se lo vinculó con Kafka. No es una comparación gratuita, porque bien se sabe que el abogado de Praga escribía textos angustiantes con una subyacente pátina de frío humor. En Keret el humor es explícito, pero nada complaciente. Él también sabe cómo dosificar esas “gotas” que aluden a la complejidad humana, a lo extraño de la vida, a las dificultades inherentes a la mujer y al hombre para existir.

 

Cuando se logra “salir” de lo que cada relato entrega, cuando quien lee se sustrae de la fascinación que sabe ejercer Keret, y se busca el punto nodal de estas historias, se advierte que todo el tiempo el gran escritor nos está hablando de la raigal soledad del ser contemporáneo. De la creciente dificultad para hacer pie en la urbe, reiteradamente hostil. Reiteradamente ajena.

 

Como dije, aunque la portada pueda confundir al remitir al cómic, estamos ante un gran, inexcusable, libro porque en él se exhibe entera la madurez de este escritor excepcional, que logra “hablar” con sus mejores recursos a su par, el confundido habitante del complicado planeta llamado Tierra.

+El título alude a  la institución oficial israelí constituida en memoria de las víctimas del Holocausto y que funciona en Jerusalén


(La penúltima vez que fui hombre bala, de Etgar Keret. Sexto Piso, Madrid-México-Buenos Aires, 2020, 209 páginas. Traducción de Ana María Bejarano)

Por cortesía de la Editorial Sexto Piso, en este link se puede leer el relato de Keret “Esposa inquebrantable”, en el que alude a la actual pandemia de coronavirus: https://sextopiso.mx/esp/cont/34/esposa-inquebranta


         

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