Araca corazón callate un poco, de Enrique Butti
Editorial Palabrava, Santa Fe, 2020, 225 páginas
En Argentina: 900 pesos
La confusión y hasta el sinsentido se imponen en la nueva novela del
argentino Enrique Butti, como si sus personajes corrieran hacia cualquier
parte buscando la razón de las cosas, sin encontrarla
En Araca corazón cállate un poco, Enrique Butti
abreva en las grandes tradiciones literarias argentinas, y entre ellas, con
fuerza, con “premeditación”, lo hace en el humor, siguiendo esa línea expresiva
que podemos encontrar en Payró o en Macedonio Fernández (y, de un modo
indirecto, en el polaco Witold Gombrowicz). Aparte, relaciono al escritor
santafesino con Manuel Puig, aunque esta última puede resultar una
consideración muy subjetiva.
De cierta manera, los diálogos casi surrealistas que
mantienen el elusivo Marzolini y la mujer que narra la historia me remiten a
los que sostenían en prisión el guerrillero Arregui y el homosexual Molina (en El
beso de la mujer araña, 1976). En aquel caso las historias referían a
películas. En el libro de Butti, Marzolini es una suerte de “constructor” de
historias fantásticas que se centran tanto en el deseo como en los misterios.
Una mujer enigmática, elusiva también, Margarita Flaçon, se
vuelve suerte de obsesión de varios de los personajes que “circulan” por una
novela que, episodio a episodio, se muestra tocada por la inquietud, por
aquello que no se resuelve, como es el caso de los interrogantes que rodean a
un pintor secreto que se esconde en gran y laberíntica casona, suerte de
palacio en ruinas en el que cualquier cosa puede ocurrir.
Hay un sustrato, que tiene que ver con el habla
“argentina”, que informa al libro sin caer en la copia o el
costumbrismo. Es un decir que nos remite a la mejor tradición literaria argentina. Ecos, de
Denevi, de Bioy, de Cortázar, y de tantos más, aunque la voz de este libro sea,
categóricamente, la de Butti.
Las pasiones que despierta Marzolini, una persona
indescifrable, relator de raras historias que lo tienen como personaje central,
no le dan respiro y tampoco respuestas a la narradora. Hasta que, en un momento dado, ella sale a la calle con la intención de verificar si cuanto cuenta ese
hombre al que ama tiene visos de realidad.
La ferocidad de la vida. Pero le espera la ferocidad, con lo que los relatos de Marzolini se ubican en una suerte de mundo feliz, o utópico, en tanto que a la mujer solo le aguardan los tarascones de la realidad. No estoy diciendo nada que pueda sorprender ni avanzo en exceso sobre su trama, puesto que en contratapa se anticipa lo que ocurre en la segunda parte de la novela:
“La heroína decide comprobar la veracidad de las
retorcidas historias de su farolero fabulista, sin saber que la esperan
zarandeos, palizas, hostigamientos y el encierro en una casa infinita que se
parece sospechosamente a la topografía del destino actual de la Argentina”.
En el diálogo que mantuve con Enrique y que abre esta
nota, el autor pone el acento en la necesidad de expresarse en libertad. Es
evidente que lo hace en su nueva novela, en la que felizmente elude toda clase
de “copia periodística” de lo cotidiano para contar sobre una Argentina y una
Santa Fe percibidas como en sueños.
“La realidad de la novela es de pesadillas, ¿puede interpretarse
que así y todo transcurre en la Argentina?”, fue la pregunta. “Si es de
pesadillas, entonces es la Argentina” fue su contundente (preocupante)
respuesta.
Los reiterados, y considerablemente extraños, cambios de
ropa de Marzolini, la elusiva Flaçon, Florencia y Rita, las hermosas e
inquietas (e inquietantes) hermanas a las que llaman “mosquitas muertas”, la confundida
madre de ambas, el pintor secreto, la pasión no correspondida de la mujer que
narra (y ama a Marzolini), la casona enorme, enigmática, quizás interminable, hacen
al magma de la novela que bien nos habla de la confusión profunda en la que
estamos insertos.
Datos para una biografía
Enrique Mario Butti nació en la provincia de Santa Fe, Argentina, en 1949. Entre otras obras publicadas se encuentran: Aiaiay (novela, 1986), No me digan que no (novela infantil, 1989 y 1994), Espina de diamante (teatro, 1990), Del nombrar y de los nombres en la obra de José Pedroni (ensayo, 1991), Solfeo (cuentos, 1993), La fruta de la perdición (teatro, 1994, Premio Fondo Nacional de las Artes 1993), El Fantasma del Teatro Municipal (novela infantil, 1994), Carnavalito (novela infantil, 1995), Cuaderno de traducciones (1997), Indí (novela, 1998), Sin cabeza y encapuchados (novela infantil, 2001), El Diablo mete la cola, y otros cuentos del Infierno (2006), Cada casa, un mundo (novela, 2006), La daga latente (cuentos, 2006), El Novio (novela, 2007), Lluvia de astros (2008), Santos y desacrosantos (cuentos, 2012), El centro de gravedad (novela, 2012), Antífonas. Amor se fue. Apuntes sobre Proust (poesía, 2019).
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