Durante un
tiempo prolongado me sumergí en el notable estudio del alemán Reiner Stach
titulado simplemente Kafka, un ensayo
que enlaza biografía, análisis erudito, historia, psicoanálisis, sociología y
tanto más sobre vida, obra y circunstancias del gran autor praguense, de tal
nivel de excelencia que bien merece la ponderación y el aliento para emprender
su larga, compleja, pero muy reconfortante lectura.
Fueron más de
diez años de trabajo por parte de Stach que terminaron sintetizados en tres tomos: Los primeros años, Los años de las decisiones y Los
años del conocimiento. En Alemania, Stach publicó en primer lugar los tomos
segundo y tercero porque consideró que necesitaba contar con una mayor
información para abordar los primeros años del autor de El proceso, a causa de un material que por entonces se encontraba
incautado en medio de un complejo proceso judicial.
En cambio, en nuestro
idioma, el sello Acantilado acordó
con el ensayista la publicación de los tomos siguiendo un orden cronológico y
haciendo los “ajustes” que la edición original no había permitido.
Banville |
Una opinión autorizada. El irlandés
John Banville, luego de haber leído los tomos segundo y tercero, no dudó en
ubicar al intenso trabajo de Stach como a “una de las grandes biografías
literarias”, tales como las de Marcel Proust elaborada por George Painter o de
la James Joyce que escribiera Richard Ellmann. En lo personal también me
recordó al excepcional trabajo de Briand Boyd sobre Vladimir Nabokov (Los años rusos y Los años americanos, publicados por Anagrama).
Stach es tan
exhaustivo que se remonta a, nada menos, que el año 1620 para hablar de la
llamada Batalla de la Montaña, que posibilitó que los ancestros de Kafka
pudieran salir del este de Europa y radicarse en Praga. Es, aclaro, apenas un
dato entre una multiplicidad de aportes que hacen del estudio del alemán un
verdadero hito en el mundo del ensayo literario.
La lectura de
Kafka me demandó mucho tiempo, pero aclaro que en mí nunca decayó el
entusiasmo, porque es un libro virtuoso, pleno de hallazgos que permite como
pocos “meterse” en la vida y hasta en la mente de ese enorme creador que fue
Franz Kafka quien llegara a afirmar, sin pedantería, pero con total convicción:
“Yo soy la literatura”.
A ese “paseo”
de más de dos mil cuatrocientas páginas, traducido con gran calidad por Carlos
Fortea, le he añadido la Obra completa
del escritor que ha publicado DeBolsillo en
una edición muy cuidada y presentación en estuche, con ilustraciones verdaderamente
afortunadas.
Esta edición se
ajusta a las que cada tanto se actualizan en idioma alemán, toda vez que, como
bien señala Stach, fueron muchos los errores cometidos
por Max Brod, su amigo y albacea a quien por otra parte, la humanidad le deberá
estar siempre reconocida por haber salvado una obra que debía haber destruido,
tal como se lo pidió su autor. También cabe destacar que Brod salvó la obra un
día antes de que las tropas nazis entraran a Praga y que para poder llevar los
materiales a Palestina, donde se refugió, optó con viajar con lo mínimo de sus
posesiones personales.
Los manuscritos de Kafka |
Franz en Internet. Estas consideraciones sobre Kafka vienen a cuento porque termina de confirmarse que la
Biblioteca Nacional de Israel podrá mostrar, luego de ese prolongado litigio
(duró doce años), manuscritos y archivos del enorme autor, materiales que en
breve se podrán ver a través de internet, lo que ocurrirá antes de fin de año,
según confirmó Stefan Litt, responsable del área de Humanidades de la referida
Biblioteca.
El litigio
merece párrafo aparte. Brod, como apunté, con riesgo de su vida pudo salvar los
manuscritos de Kafka, pero no tomó medidas para preservarlos más allá de su
muerte ocurrido en 1968, En efecto, los dejó como legado a su secretaria,
Esther Hoffe, con la condición de que los entregara a la mayor institución
cultural israelí, algo que ella no hizo. Por el contrario, vendió los
originales de El proceso por una suma millonaria y les legó a sus hijas el
archivo de Kafka.
Ellas siguieron
guardando para sí los materiales y luego comenzaron a subastarlos, como si
fueran de su propiedad. En un momento dado el gobierno de Israel intervino y
comenzó allí ese proceso extenso y complejo que concluyó al determinarse que
correspondía recuperar la totalidad de los documentos que pertenecieran a
Kafka, lo que ha ocurrido en fecha muy reciente.
El anuncio
ahora formulado en Israel significa un verdadero regalo que la humanidad entera
habrá que celebrar.
Un recuerdo de Kafka reflejado en sus Diarios, de notables y múltiples resonancias:
Franz se encontraba escribiendo delante de su familia. Lo hacía con entusiasmo, más allá de sus dificultades expresivas, dada su corta edad. No obstante, esperaba el aliento de sus parientes, pero, según recordó años después, ocurrió lo siguiente:
“De repente un tío mío, aficionado a la broma, me cogió el papel, que yo sostenía débilmente, lo miró un momento, me lo devolvió, sin siquiera reírse, y se limitó a decir, dirigiéndose al resto de los presentes, que lo seguían con la mirada; ‘Lo de costumbre’; a mí no me dijo nada. Yo seguí sentado, inclinado como antes sobre el escrito, cuyo escaso mérito acababa de quedar patente, pero lo cierto es que de un empujón me acababan de expulsar de la sociedad, la sentencia de mi tío resonaba en mi mente con un carácter de verdad inapelable, e incluso en medio del ambiente familiar que me envolvía se me abrieron los ojos a la parte fría de nuestro mundo, que me veía forzado a calentar con un fuego que todavía no había empezado a buscar”.
(Tomado de Ante la ley. Escritos publicados en vida. Traducción de Juan José del Solar. DeBolsillo, 2018, pp.337/8)
Un recuerdo de Kafka reflejado en sus Diarios, de notables y múltiples resonancias:
Franz se encontraba escribiendo delante de su familia. Lo hacía con entusiasmo, más allá de sus dificultades expresivas, dada su corta edad. No obstante, esperaba el aliento de sus parientes, pero, según recordó años después, ocurrió lo siguiente:
“De repente un tío mío, aficionado a la broma, me cogió el papel, que yo sostenía débilmente, lo miró un momento, me lo devolvió, sin siquiera reírse, y se limitó a decir, dirigiéndose al resto de los presentes, que lo seguían con la mirada; ‘Lo de costumbre’; a mí no me dijo nada. Yo seguí sentado, inclinado como antes sobre el escrito, cuyo escaso mérito acababa de quedar patente, pero lo cierto es que de un empujón me acababan de expulsar de la sociedad, la sentencia de mi tío resonaba en mi mente con un carácter de verdad inapelable, e incluso en medio del ambiente familiar que me envolvía se me abrieron los ojos a la parte fría de nuestro mundo, que me veía forzado a calentar con un fuego que todavía no había empezado a buscar”.
(Tomado de Ante la ley. Escritos publicados en vida. Traducción de Juan José del Solar. DeBolsillo, 2018, pp.337/8)
Video: Nuria
Richard conversa con Emilio Campmany sobre la obra de Reiner Stach. Subido a
YouTube por LDCultura el 10.3.2017. Duración: 10,03 minutos.
Comentarios
Publicar un comentario