El español
Ricardo Lago se confiesa “espía” de la literatura norteamericana, a la que
viene estudiando con gran pasión desde joven y que se ha vuelto materia viva de
sus desvelos desde que vive en la nación del norte desde hace treinta años.
Producto de sus
reflexiones y análisis es este libro en el que pasa revista, con aguda mirada
crítica, a los autores y a los títulos más significativos de la fecunda
literatura “americana”, desde sus padres fundadores hasta nuestros días.
Si fuera por
Lago, el Premio Nobel debería ser acordado a Thomas Pynchon sin discusión
ninguna, aunque quien debía haberlo recibido anteriormente fue el malogrado
David Foster Wallace o, en su defecto, John Barth, también fallecido.
Lago,
novelista, ensayista, periodista, profesor universitario en Nueva York, ex
titular del Instituto Cervantes en los Estados Unidos, no deja de advertir, por
otra parte, que de cierta manera encuentra sobrevalorada a dicha nación y así
lo expresa; “Cuando un libro producido en Estados Unidos ha tenido
éxito en ese país, llega aquí (se refiere a España, pero como extensión a todo
el ámbito hispanoamericano) como si fuera una marca comercial, como una
bebida”.
Por otra
parte, reflexiona sobre ese recurrente intento que es el de pergeñar “La
Gran Novela Americana”, esto es un vasto fresco que refleje, desde una variada
perspectiva, el múltiple rostro de Estados Unidos, algo que contemporáneamente
considera que no se ha conseguido.
El escritor
español entiende que quienes más se han acercado a ese propósito han
sido los grandes narradores heterodoxos de la última mitad del siglo XX y
comienzos de la actual, esto es Pynchon, DeLillo, Barth y, especialmente,
Wallace, “probablemente el escritor norteamericano más influyente y el último
genio que ha dado la escritura estadounidense”.
De Wallace,
a quien verdaderamente admira, se ofrece en el libro una entrevista realizada
en el año 2000 y que había quedado inédita, así como distintas “aproximaciones”
a este escritor explosivo, inestable, altamente creativo, quien mucho se acercó a la Gran Novela con La broma infinita, esa ficción abrumadora de más de mil páginas e
incesantes llamadas al pie que transformó a la propia narrativa, y a la cultura
toda, de la Norteamérica de nuestros días. Al respecto, Lago también se
pregunta sobre qué habría pasado si Wallace hubiera concluido El rey pálido, un vasto fresco sobre la
burocracia, de reminiscencias kafkianas, en el que estaba trabajando cuando se suicidó
en 2006. “Estados Unidos no ha dado todavía a algún escritor que tenga la
fuerza epigonal que llegó a tener David Foster Wallace en el siglo XXI”.
En este
enriquecedor ensayo, Lago se detiene en lo que llama la Escuela de la
Dificultad, “hija” directa de James Joyce y su Ulises y, especialmente, del Vladimir Nabókov quien, al cambiar el
ruso por el inglés, irrumpió con fuerza de huracán trastocando la literatura de
habla inglesa. Esos “hijos” son los ya citados Pynchon y demás autores. Ellos
han producido una escritura “deliberadamente difícil” que lleva al lector a
esforzarse para comprender. No todos los autores ofrecen textos conseguidos,
digamos así, puesto que varios “abandonan la conexión del tema con los
sentimientos”.
En esos
escritores, nos dice, se encuentra la verdadera riqueza, la auténtica
renovación de la literatura de los Estados Unidos contemporáneo. En cambio, el
ensayista toma distancia con Jonathan Franzen, quien, por haberse volcado a la
reivindicación de la novela decimonónica, lo ve más cercano a las convenciones
comerciales de la literatura.
Con el
título de Walt Whitman ya no vive aquí,
Lago ha buscado significar que la democracia está siendo atacada significativamente
en el país del norte: “La idea me surgió el día anterior a que la portada se
fuera a imprenta y es una alusión a que la democracia ha muerto en Estados
Unidos”. Queda bastante claro que el autor español no es de los que votarían de
nuevo a Donald Trump…
Varias
semblanzas de escritores (una de las mejores es la que dedica a Truman Capote),
más amplios programas de lectura para conocer a fondo la gran literatura de
USA, completan este valioso libro, imprescindible para adentrarse más en esa
escritura, rica y contradictoria, que, aunque poco "dialoga" con otras literaturas, con otras culturas (y ese es su gran error), se muestra siempre feraz.
Sexto Piso,
Madrid, 2018,313 páginas.
Eduardo
Lago (Madrid,
1964), vive en Nueva York desde 1987. Es
doctor en Literatura por la Universidad de la Ciudad de Nueva York y
catedrático de Literatura en el Sarah Lawrence College. Dirigió el Instituto
Cervantes de Nueva York entre 2006 y 2011. En 2001 recibió el premio de crítica
literaria Bartolomé March por El íncubo
de lo imposible, un análisis comparativo de las traducciones al español de Ulises de James Joyce. Ha traducido a Henry
James, John Barth y Sylvia Plath, entre otros autores. En 2006 ganó el Premio
Nadal por su novela Llámame Brooklyn,
que obtuvo también el Premio de la Crítica y el premio Ciudad de Barcelona.
Asimismo, es autor del libro de cuentos Ladrón
de mapas (2008) y de la novela Siempre
supe que volvería a verte, Aurora Lee (2013).
Video:
Fragmento de la entrevista realizada por Lago al escritor Wallace en el año
2000 (audio). Subido por El País de España a YouTube el 12.9.18. Duración: 1,35
minutos (subtitulado).
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