Diseño: Gerardo Morán |
Regresa el autor correntino con sólidos relatos
protagonizados por hombres maduros quienes, de una u otra manera, se enfrentan
con esos espejos que obligan a quitarse las máscaras y enfrentarse a íntimas verdades
Seis historias
grises, de José
Gabriel Ceballos
Moglia Ediciones, Colección
Ojo Lector, Corrientes, 2018, 253 páginas.
En Argentina: 340 pesos.
En una reciente entrevista, el autor definió a estas historias como relatos que “se esconden en esa zona de la vida donde parece que nunca pasa nada, esa grisura donde no reina lo espectacular pero que, a veces, nos revela tragedias profundas”.
Ceballos, excelente
cuentista, ha vuelto al libro con estas ficciones que eluden todo humor (rasgo
distintivo de no pocos de sus textos) para hablarnos de la extrema soledad de
sus distintos protagonistas. “La literatura está para capturar retazos de
vida”, comenta en el diálogo que transcribo al final de esta nota.
“Domingo con
Lagarto en Avenida Costanera” (“El texto del Lagarto tiene más de treinta
años”), sumerge al lector en el tiempo inmediatamente posterior al período de
la tétrica dictadura de 1976-1983 y nos habla de un personaje siniestro que
deberá enfrentarse al mismo mundo oprobioso que contribuyó a cimentar.
“Paterfamilias”
(“Quise homenajear a la paternidad, un rol que llevo arraigado al extremo de la
obsesión”) fue escrito hace más o menos una década y habla de la más que
compleja relación que se establece entre el abogado Carlos Santillana y su
vecino de pueblo, Arcieri, con mujer enferma e hija discapacitada. Santillana,
divorciado, regresa al pueblo dejado atrás hacía varios años, que visita en forma periódica. Y durante ese
regreso recibe una inesperada propuesta.
“La venganza”
(lo ocurrido, cuenta el autor, “le sucedió, o casi, a un amigo mío”) habla de
un enfermo grave, el doctor Feiges, que pese a ello deja el sanatorio para
tomarse (en un contexto erótico) un desquite determinado, del que por supuesto
nada se puede contar.
“Entrevistas
con Julián Garcés”, cuento que tiene “un aire de experimento formal”, es un
relato extenso que muestra confrontando a un escritor, consagrado y ya anciano,
con dos jóvenes periodistas, audaces y contestatarios, Un secreto descubierto
por los jóvenes obliga a Garcés a “mirarse” en el espejo, poco grato, de su
pasado.
“Eros no se
rinde” es un sensible homenaje a su amigo, el filósofo Eduardo Fracchia,
escrito a comienzos de este siglo y poco después del fallecimiento del pensador
chaqueño: “Cuando se muere un amigo muy querido, enseguida quiero meterlo en un
texto, como personaje, para que siga viviendo allí”.
“Lazo de
muerte” también refiere a los años de plomo, en este caso a partir del
reencuentro (muchos años más tarde) de dos ex integrantes de grupos armados, un hombre y una mujer, que
le sirve a quien narra para dilucidar un hecho fundamental de su vida, ocurrido
en su confundida juventud.
Un espacio desangelado
Avenida costanera, Corrientes |
El “homenaje”
a Fracchia se ubica al margen de estas consideraciones, porque “Eros no se
rinde” escapa a las reglas habituales del cuento. Aunque es obvio que si se
desliza la tristeza respecto del amigo perdido y de los valores que entrañaban
su forma de entender la vida y de actuar en consecuencia.
Aquellos que
me resultaron los textos fundamentales de la serie (sin desmerecer a “La
venganza”) son “Paterfamilias”, “Entrevistas con Julián Garcés” y “Lazos de
muerte”. Y lo son por su complejidad, la serie de situaciones que se van
planteando en cada una de esas historias.
En
“Paterfamilias”, el estricto abogado Santillana para dilucidar lo que
interpreta es un misterio que atañe a su vecino, adopta actitudes extrañas. Su
conducta se modifica, bajan sus defensas y esos cambios inusitados lo muestran
(al parecer) predispuesto a aceptar una inusitada propuesta.
Las idas y
vueltas en el “interrogatorio” al que someten los jóvenes contestatarios al
consagrado autor Garcés lo enfrentan con verdades
que remiten a su pasado y que, también, refieren a lo “oculto” de su
reconocida obra.
Por fin, el
constante “salto” entre el pasado y el presente de los protagonistas de “Lazos
de muerte”, habla de dos realidades muy diferentes, del inexorable paso del
tiempo y de aquello que ocurre también: los cambios objetivos que se han producido
en esas personas. Importa, en este caso, la rica recreación del pasado que
practica Ceballos y la “intimidad” que pinta de algunos jóvenes militantes de
los ’70 del siglo pasado. Además de tratarse de una compleja historia de amor,
marcada por el deseo, pero también por la desconfianza mutua.
Tales los
relatos del presente libro que, como suele ocurrir con las ficciones de
Ceballos, no permiten la indiferencia y, por el contrario, convocan a la
lectura. Porque siempre vale la pena leer a, como ha dicho Gustavo Sánchez
Mariño, “este escritor consagrado que nunca deja de sorprendernos”.
Con el autor, en Santa Fe |
Entrevista: “Ser cada vez más cuidadoso”
-Con Seis historias grises alcanzaste
un número infrecuente de publicaciones entre autores que no viven ni son
publicados en la Capital Federal. ¿Qué reflexión te merece el hecho?
-Sí, publiqué
bastante, aunque los primeros libros fueron ediciones de autor, de pocas
páginas y tiradas muy chicas, que no salieron de mi región, el litoral. Por
otra parte, publicar bastante me sirvió para ejercitar la autocrítica como
ningún otro medio práctico. Darse cuenta de que uno publicó una porquería, algo
que ya no podés remediar, te produce dolores de conciencia invencibles, que te
obligan a ser más cuidadoso con lo que vas a llevar al libro en el futuro, cada
vez más cuidadoso.
-Tu obra ha ido de un cierto
“costumbrismo” plasmado a partir de la ironía (pero evitando el sarcasmo o la
burla) hasta explorar nuevas zonas o temas, entre ellos el erotismo y esto que
también suelen acusar tus textos: la presencia de la extrema soledad vivida por
diversos personajes. Si estás de acuerdo con esos conceptos ¿qué otras
reflexiones merecen tus trabajos vistos desde una perspectiva totalizadora?
-Lo más
abarcador que se me ocurre es que la literatura está para capturar retazos de
vida y ésta se compone de una heterogeneidad de elementos infinita, de modo que
al escribir uno atrapa de todo, lo que puede. Como una red: un pescador no va
eligiendo lo que caerá en su red.
-¿Cómo fuiste gestando tu libro?
¿Podrías referirte a cada cuento en particular?
-Son textos
que surgieron en etapas muy distintas, espaciadas. Quise reunir algunas de esas
historias que transcurren como detrás de un telón, ocultas hasta lo invisible,
y que ni bien alzás el telón te revelan una profundidad insospechada. El texto
del Lagarto tiene no menos de treinta años. El de los paterfamilias, unos diez.
Ahí quise homenajear a la paternidad, un rol que llevo arraigado al extremo de
la obsesión. “Lazo de muerte” está
tomado de mi adolescencia militante, en los 70 y en el pueblito, también un
texto viejo. El del escritor Julián Garcés es el más joven. Ese aire de
experimento formal surge de las ganas de jugar con la escritura que me
asaltaron después de un pozo depresivo muy feo, una larga sequía. Bueno, la del
médico devenido en asesino potencial le sucedió, o casi, a un amigo mío.
-“Eros no se rinde”, es uno de los
cuentos del libro en el que rendís homenaje a tu amigo, el fallecido filósofo
chaqueño Eduardo Fracchia. ¿Qué podés decir sobre él y por qué escribiste este
relato?
-También lo
escribí hace un buen tiempo. Digamos, allá por el 2000, poco después de la
muerte de Fracchia. Hice algo así con otros amigos. Cuando se muere un amigo
muy querido, enseguida quiero meterlo en un texto, como personaje, para que
siga viviendo allí. Con Fracchia mi relación no fue prolongada pero sí muy
intensa. Él desde la filosofía y yo desde la ficción nos poníamos a entrecruzar
ideas y surgían cosas como ese cuento. En realidad, no es un cuento, es un
proyecto de cuento montado sobre un cuento nunca escrito. Pero refleja muy bien
el trato que tuve con Fracchia.
-La mítica población de Buenavista fue
el sitio de partida de tu producción narrativa. En ella se desarrollaron
múltiples historias que tus lectores hemos leído con sostenido interés. Sin
embargo, desde hace tiempo Buenavista quedó atrás y has avanzado hacia otros
temas, que es decir tomaste otros rumbos. ¿Cuáles son o serían ellos en la
actualidad?
-Buenavista
sigue apareciendo, aunque ya muy de cuando en cuando. Entre los tres libros
inéditos que tengo armados, hay uno de un matiz erótico y con tres o cuatro
textos de atmósfera aldeana. Pero no voy a permitir que Buenavista me agarre de
nuevo del cogote, entonces me niego a planear un libro específicamente
buenavistense. Y el rumbo actual es el que venga. Lo que dije sobre la red y la
pesca.
-¿Estás trabajando en algún nuevo
proyecto literario? Si es así, ¿podrías contar sobre él?
-Una novela en
andadura, por las 150 páginas, un gran metejón. Tiene que ver con una masacre
que ocurrió en Misiones en los años treinta. Y corrigiendo y reescribiendo lo
que ya viene de antes.
En el blog:
Video: José
Gabriel Ceballos lee “Domingo con Lagarto en Avenida Costanera”. Lectura realizada en
la sede de APA (Artistas Premiados Argentinos), de la ciudad de Buenos Aires,
el 06.04.18, subido a YouTube el 15.4.18. Duración: 14,52 minutos.
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