Fotografías: Mariano Roca |
Como parte de
los actos de la reciente edición (24ª) de la Feria del Libro de Santa Fe, se
presentó mi nuevo libro de relatos, “Tríptico de Verónica y otros cuentos”,
publicado por Ediciones de la Universidad Nacional del Litoral. La apertura
estuvo a cargo de la coordinadora del sello, Ivana Tosti, y la prologuista del
libro, la escritora y editora Patricia Severín, una leal y consecuente amiga,
tuvo generosas palabras hacia el libro y mi persona.
También fue
generosa Ivana Tosti, al darme la bienvenida al sello y ponderar el Tríptico,
que está integrado por dieciocho relatos inéditos.
Por mi parte,
leí “Marga llora frente a un cuadro”, relato breve que integra el volumen.
Luego, Patricia me formuló diversas preguntas relativas a obra, lectura,
autores y otros pormenores relacionados con mi quehacer como autor.
Familiares,
amigos y vecinos de Santa Fe, entre los que se encontraban autoras y autores,
directores de cine y personas en general ligadas a los libros y a la cultura, me hicieron vivir una tarde excepcional. Los escritores trabajamos en
soledad y sólo cada tanto llegamos al libro publicado. Saberme tan cálidamente
acompañado en esa ocasión fue un gran regalo,
que se da en escasas circunstancias, por lo que estoy particularmente
agradecido.
Una sorpresa
adicional fue para mí la presencia de Mariano Roca, responsable de las
fotografías que aquí incluyo, quien viajó desde Buenos Aires con la única
finalidad de asistir al acto.
Resultó para
mí fundamental que estuvieran Zulema, mi esposa, y Gerardo, mi hijo, que han
sabido soportarme, y alentarme, a lo largo de los años. Pablo, mi otro hijo, no pudo concurrir.
A todos, mi
agradecimiento.
Las palabras de Patricia Severín
La memoria es escurridiza. Muy escurridiza. Yo
diría por ejemplo que con Carlos nos conocimos hace 25 años – o un poco más-
cuando él premió uno de mis cuentos en el concurso de Las Tierras Planas. Luego
me invitaron a un programa de radio, aquí en Santa Fe, -yo vivía en Reconquista
por ese entonces-. En el programa Carlos hablaba de libros, y el otro locutor
–¡ay Dios mío! – de fútbol. Creo que fue así el inicio de esta amistad. Pero
como la memoria es escurridiza luego se lo preguntaré a Carlos para que lo
corrobore o lo desestime. ¿A qué viene todo esto? Qué fue a partir de ese
encuentro originario cuando empecé a conocer su escritura. Y desde allí nunca
dejó de fascinarme. La hechura de sus cuentos tienen una maestría qué yo
necesitaba aprender. Cada cuento de Carlos Morán me enseña cómo la historia
engarza perfectamente en la forma. Con un estilo marcadamente propio, hace esa
ruptura interna innovadora, diferente, que es una de las características de sus
cuentos, para que cada nudo de cada suceso salga a la superficie relumbrando;
entonces una piensa…esta historia no podía contarse de otro modo.
Santa Fe es una provincia eminentemente
cuentista, ya desde sus inicios; desde Mateo Booz en adelante se fue marcando
una línea, un camino que luego se abrió en un abanico muy amplio e interesante
de estilos para todos los gustos con escritores de todas las edades.
Cuando comenzamos a pensar la idea, con Alicia
Barberis y Graciela Prieto, de una
editorial santafesina, Palabrava, que
editara autores y autoras de este territorio, no hubo dudas de que él sería uno
de los primeros.
El libro que publicó Palabrava en el 2012, “Historia del mago y la mujer desesperada”,
trajo a la editorial una decena de cuentos que corroboraron la potencia
narrativa de Morán y donde comprobé, una vez más, que su universo está poblado
de criaturas que lo han perdido todo, o casi todo. Criaturas de distintas
clases sociales pero con un mismo estigma: no poder hacer de sus vidas un
paraíso, ni siquiera acercarse a él.
“Tríptico de Verónica y otros cuentos” el libro que hoy estamos presentando, lo
ratifica y profundiza. Un clima muy acorde a este milenio donde la corrupción,
las mafias y el declive de valores, son la materia que usa el autor para narrar
el mundo; es lo que al escritor le interesa poner en palabras, sacar a luz.
En “Tríptico de Verónica”, el cuento que
inicia el libro, la historia se narra con tres voces que pertenecen a distintos
tiempos en la vida del protagonista y de su familia; dosifica con maestría los
indicios de los intricados secretos familiares que se le van revelando al personaje principal mientras la historia se
despliega.
Algunas veces, la dura realidad de esta época
deja una fisura por donde se cuela la esperanza, como en “Guerrero de la
independencia” que, como el título lo indica, el protagonista da una dura pelea
tan demoledora como desigual.
O “Marga llora frente a un cuadro”: la
revelación pega un salto hacia el corazón de Marga e irrumpe de manera total
para que su vida pegue un viraje absoluto.
Y “Cambio climático”, en el cual el lector
camina a ciegas en la bruma, y se adentra cada vez más profundamente en esa
niebla que, quizá, lo devore. Un territorio ilimitado, sin principio ni fin,
donde somos sombras deambulando en lo desconocido.
En todos los casos Carlos nos cuenta el mundo
que lo perturba, y hace foco en la abrumadora y compleja condición humana con
un manejo del lenguaje cuya pericia es indudable, con precisas herramientas que
posibilitan llegar al fondo de las historias, pobladas de silencios y
atmósferas envolventes que nos van aprisionando en cada párrafo.
El paso del tiempo es otra obsesión sobre la
que el autor trabaja: la mutación que
los años provocan en sus personajes. Cambios rotundos. El pasado asoma en el presente como la punta
de un iceberg y va envolviéndolo todo con la nostalgia por lo perdido, lo
irrecuperable, lo que la memoria distorsiona, esa masa helada e inmensa que se
esconde bajo aguas turbulentas.
Personajes que viven en el recuerdo del
pasado, y que aun perdidos en ese laberinto, nos capturan para llevarnos a sus territorios
vacíos, o a ese mundo opaco reflejo del acontecer
cotidiano.
Como bien lo indica Enrique Butti, Carlos
abreva en Onetti para ese mundillo de fracaso y desasosiego, en Bioy Casares
para lo fantástico y onírico y en Graham
Greene, donde observa los mecanismos para atraer al lector mediante el suspenso
o la sorpresa.
Porque debo decir también que es impresionante
el bagaje de lectura que se huele en la narrativa de Carlos. De hecho es de las
cosas que me gustaría preguntarle. Cómo selecciona sus lecturas. De qué forma
arma el andamiaje de su biblioteca interior.
Y “Tríptico para Verónica y otros cuentos” es
un libro imprescindible para nuestra propia biblioteca interior, en donde
encontraremos cómo el arte de narrar se manifiesta en cada cuento.
Galería
:
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Con la coordinadora editorial Ivana Tosti, el narrador y dramaturgo Carlos Catania y su esposa Indiana |
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Con el director de cine Mario Cuello |
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Con el editor Mariano Roca |
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Público asistentes, entre ellos Alicia Morán, Andrés Bellochio, Alberto y Guillermo Estrubia, el escritor Carlos María Gómez y su esposa Amalia |
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El escritor Alfredo Di Bernardo, Guillermo y su padre el escritor y docente Albesrto Estrubia |
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Foto de familia: Gerardo y mi sobrino Sebastián Estrubia |
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Doctor Roberto Gómez Couto |
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Con el escritor Enrique Butti
El periodista, historiador y narrador Rogelio Alaniz
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El director de cine Julio Hiver y el cantaautor Gerardo Morán
El historiador Guillermo Bolcatto
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Foto de familia: con mi sobrina Alejandra |
Estoy encantado con las palabras de Patricia Severìn. Ha sabido hurgar, muy bien, tu interior. De tal magnitud, que supo como exponer tu pensamiento, sabidurìa y desnudez como escritor y como ser humano.
ResponderEliminar( Lo podemos constatar a travez de las fotos de Mariano que - gracias a su lente- constatamos y confirmamos lo maravilloso que es usted Sr. Carlos Roberto Moràn como persona, marido y Padre ). ¿ Sera por esto que usted me enorgullece como hijo ? ( Je je je je).. Me alegra que todo halla salido bien ese dìa y lamento no haber podido haber asistido al evento..
Muchas gracias por tus palabras y tu aliento. Patricia fue demasiado generosa y con ella he quedado muy reconocido, al igual que con Mariano, quien ha sacado fotos de gran calidad. Hubiera sido lindo que estuvieses allí, participando de un día inolvidable para mí. Besos. Tu padre.
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