El primero de marzo pasado falleció en Buenos Aires a los 68 años el escritor Carlos Gardini, quien debutó
muy joven en el terreno de la ciencia ficción con Mi cerebro animal, de 1982,
año en que había obtenido el primer premio en un concurso del Círculo de Lectores
con el cuento "Primera línea", acordado
por un prestigioso jurado presidido por Jorge Luis Borges e integrado entre
otros por José Donoso.
Su obra literaria, de
injusta escasa difusión, fue amplia, puesto que publicó doce libros de ficción,
los últimos de los cuales fueron La Ciudad de los Césares (cuentos, 2013) y Belcebú
en llamas (novela editada en 2016).
Se destacó como un
sensible traductor, quizás uno de los mejores que he podido leer en los últimos
tiempos. En este blog he comentado libros publicados por la editorial La Bestia
Equilátera, que publicó gran parte de las últimas traducciones realizadas por
Gardini, en los que quedaron evidenciadas sus innegables condiciones en ese
siempre difícil terreno.
Así, ponderé textos
tales como Zona
caliente, de Charles Williams, El
nombre del juego es muerte, de Dan J. Marlowe, Pajaro
de celda, Madre
noche y Cronomoto,
estas tres últimas novelas de Kurt Vonnegut, todas publicadas por La Bestia
Equilátera, salvo la última que apareció en España bajo el sello de Malpaso
Ediciones. En estos libros el “sello” de Gardini es evidente y definitorio.
Lamento mucho esta gran pérdida para la literatura de Argentina.
Comentarios
Publicar un comentario