Composición: Gerardo Morán |
“Historias de proezas y derrotas”, de Ángel
Balzarino.
Ediciones al Margen, La Plata, 2016, 101
páginas.
En Argentina: 150 pesos.
En los “arrabales últimos”, como diría Borges, donde se disputaron
batallas, escaramuzas, asaltos, asesinatos y –también- actos de verdadera
entereza, surgieron personajes que la propia Historia fue destacando a lo largo
de los años. Ya se debiese a su heroicidad o su cobardía, su entrega a la gesta
y su traición a los suyos. En la Viña del Señor, donde suele haber de todo, hay
lugar para los fracasos y los triunfos, para la lealtad o la maldad. Porque es
de esa forma cómo los seres humanos han aportado a su propia historia. Y sobre
proezas y derrotas nos habla largamente el argentino Ángel Balzarino en su más
reciente libro de cuentos.
Acerca de la Historia misma, en contratapa se recuerdan palabras del siempre
vigente Marco Denevi: “Si nosotros supiéramos del ser humano a través de lo que
recoge la historia, e incluso las ciencias, sabríamos muy poco. La literatura
colma el vacío porque se ubica en el plano individual, en el del hombre
concreto de carne y hueso”.
Pero el libro tiene un segundo añadido en las palabras medulares de otro
inolvidable autor, José Saramago: “Lo malo de las victorias es que no son
definitivas. Lo bueno de las derrotas es que tampoco son definitivas”. Sobre
ambos andariveles, es decir la historia que “verdaderamente” puede contarse a
través y por medio de la literatura y las ambigüedades de los triunfos y las capitulaciones, se desarrollan los relatos de Balzarino.
Las ficciones (en la mayoría de los casos basadas en hechos reales) que
nos cuenta el escritor rafaelino ubican a los distintos personajes en
situaciones límites, luego de haber participado del fragor de la batalla, de
haber gozado de los triunfos teñidos por la sangre y, ya en el momento último
de sus existencias, cuando deben esperar las sentencias inapelables de la vida,
las derrotas que suelen ser las verdaderas y concluyentes compañeras de sus
triunfos.
Excepcionalmente, dos personajes históricos “se cuelan” entre los
argentinos rescatados por Balzarino: Cristóbal Colón y Túpac Amaru, ambos
viviendo sus horas más oscuras. Pero en la “galería” los hay más próximos a la
realidad argentina: como el catamarqueño Felipe Varela, llamado “el quijote”
por sus ideales que chocaban contra la hostil realidad, los caciques Calfucurá
y Catriel, Santos Pérez, quien
encontrará la muerte por haber asesinado al caudillo Facundo Quiroga, los
generales Rivas y Anacleto Medina, personajes secundarios en la historia
nacional y, por fin, más acá en el tiempo, algunos episodios tomados de la
Guerra de las Malvinas, un suceso bélico que dejó profundas huellas en la
Argentina contemporánea, dado lo extemporáneo de su realización, las vilezas de
la mayoría de los jefes militares y los notables actos de heroicidad de una
guerra que me sigue pareciendo tan cruel y gratuita como inverosímil.
Sobre su libro, las intenciones de
sus relatos y la propia historia, dialogamos con Balzarino:
Felipe Varela |
-Usted ha
incursionado con el cuento en distintas vertientes, incluyendo el humor. ¿Por
qué motivo presenta ahora un libro íntegramente dedicado a narrar hechos
históricos?
-El pasado mes de octubre me llamó Raúl Ordenavía, director de Ediciones
Al Margen, de La Plata, para solicitarme material para editar un libro, el
tercero por su parte, ya que anteriormente me había publicado El hombre acechado en 2009 y La sangre para ellos son medallas, en 2011. Dado que
deseaba presentar el nuevo libro antes de que terminara el año -2016-, debí revisar
con bastante premura los cuentos que tenía disponibles. Advertí entonces que la
mayoría eran textos históricos y, por lo tanto, guardaban la coherencia que
siempre me propuse al armar un libro de cuentos. De manera que este libro tiene similar unidad de recreación
histórica que otros tres anteriores: La
visita del general (1981), La casa y el exilio (1994) y Hombres y hazañas (1996).
-¿La Historia
como tal, es un pretexto narrativo o se encuentra usted muy interesado en
estudiarla y comunicarla?
-Entre la lectura intensa y
apasionada de novelas, cuentos, ensayos, biografías, ocuparon un destacado
lugar los libros de historia. Creo que durante varios años lo hice simplemente
por gusto e interés, hasta el momento en que me atrajo poderosamente un detalle
relacionado con la visita que el general Juan Lavalle efectuó al campamento de
Juan Manuel de Rosas en la Estancia El Pino con el fin de llegar a un acuerdo
de paz. Como Rosas no se encontraba allí, Lavalle pidió una habitación para
pasar la noche y esperarlo. Por la mañana, al enterarse de la presencia de
Lavalle, Rosas envió a un soldado para que lo despertara con un mate. De
inmediato este dato me pareció excelente como desenlace para un cuento. La idea
me persiguió mucho tiempo, seis o siete años. Hasta que, de improviso, cuando
la revista Bibliograma, de Buenos
Aires, a la que estaba suscripto y recibía mensualmente, organizó en 1977 un
concurso de cuentos destinado a temas argentinos, comprendí que había llegado
el momento de escribirlo. Urgido por el tiempo, ya que en menos de dos meses
vencía el plazo para presentar los trabajos, investigué sobre todo lo que había
ocurrido antes de que Lavalle fuera despertado con un mate y escribí el cuento “La
visita del general”. Fue premiado e integró el libro Cuentos del Concurso Gaspar L. Benavento. Alentado por tan buen
resultado, desde entonces la vertiente de carácter histórico me ha nutrido de material
para elaborar numerosos relatos.
¿Puntos de partida?
-En los cuentos
de su nuevo libro, aparecen personajes fácilmente identificables para el lector
argentino, como por ejemplo Felipe Varela, pero hay otros que el tiempo ha
desdibujado en la memoria colectiva, como ocurre con el general Anacleto
Medina. ¿Considera que con los datos que aporta en estas ficciones el lector
tiene elementos suficientes para interpretar los textos o los ofrece como
puntos de partida para motivar a que se indague más sobre la misma Historia?
-No tengo el propósito de ofrecer datos fidedignos ni impulsar el
interés por conocer más a fondo sobre hechos y personajes que tuvieron cierta
relevancia en la Historia. La reacción dependerá de cada lector. Por mi parte,
al experimentar un especial atractivo por algún episodio o personaje, trato de
efectuar la recreación literaria a través de un cuento que tenga, por sí mismo,
la intensidad, el efecto, la más perfecta estructura. Aspiro a crear una obra con
entidad propia y, en la medida de lo posible, completamente personal. Al evocar
vivencias de hombres y mujeres de otros tiempos, procuro indagar en el interior
de cada uno de ellos para descifrar lo que pensaban y sentían ante los temas
fundamentales de la vida: el amor, el miedo, la soledad, el odio, la muerte. Reflejar,
sobre todo, los
problemas derivados del corazón humano en conflicto consigo mismo que, según la
óptica del escritor William Faulkner, “son los únicos de donde puede surgir una
buena literatura, por ser de ellos de los únicos que vale la pena escribir, con
todas las angustias y sudores que el abordarlos supone”.
Túpac Amaru |
-¿Para elaborar
sus cuentos debió investigar mucho? ¿De todos ellos, cuál fue el que le dio más
trabajo y por qué?
-Todos los cuentos con una génesis histórica me obligan a una profunda
investigación sobre el personaje o el episodio que voy a recrear para
determinar el mejor modo de plasmarlo en un cuento. Siempre me ha preocupado lograr
el punto de vista adecuado para desarrollar una historia. En este sentido creo
que el último relato del libro, “De cuerpo presente”, fue el que me demandó más
trabajo y esfuerzo por las diversas voces que intervienen para narrar el
momento de la ejecución de Túpac Amaru -la del propio jefe incaico, la del
visitador general de los conquistadores, la de un matrimonio que se encuentra
entre las personas reunidas en la plaza para ver la ceremonia-, en un texto
compacto, sin punto y aparte.
-Los caudillos
en la Argentina o gozan de mucha fama y adhesiones o son motivo de fuertes
críticas. Como en uno de los cuentos llama “quijote” a Felipe Varela quería
saber qué lo llevó a un calificativo de ese tipo, que resulta tan categórico.
-Al recopilar datos sobre Felipe Varela me pareció que muchas características
de su vida -cierto tinte aventurero en sus acciones, el permanente afán de
luchar por sus ideales, el deseo de defender causas que consideraba justas,
desinteresado de sus bienes personales en aras de ayudar a su pueblo-, lo
asimilaban bastante a la conducta del Caballero
de la triste figura. De manera que decidí utilizar ese calificativo para designar
a Felipe Varela.
Las contradicciones de la historia
-En los relatos,
hay una constante correlación entre triunfos y derrotas. El que ha triunfado a
poco andar debe asistir a su caída y a la inversa, tal como si nos dijera que
la vida presenta dos caras contradictorias, antagónicas, que están en constante
movimiento. ¿Comparte esa interpretación? Y si es así, ¿sería ese el sentido
último que guardan sus cuentos?
-Los momentos de triunfos y derrotas aparecen en casi todos los relatos.
Esas caras antagónicas resultaban bastante comunes en los personajes evocados
en el libro, debido a las constantes bregas en que se jugaban la vida. Pero creo
que también se encuentran muy vigentes en cualquiera de nosotros cada vez que
nos debatimos entre el anhelo de triunfar y el miedo de sufrir una cruel
derrota cuando llevamos a cabo un trabajo, soñamos con concretar un proyecto o estamos
pendientes de alguna importante noticia. Pese a quedar plasmados con mucha
fuerza tales rasgos, no me propuse que fuera el sentido último de esos relatos.
Ya se trate de textos de carácter histórico, surgidos de alguna vivencia
personal o por impulso de una noticia periodística, siempre trabajo con el
mayor ahínco y dedicación para realizar una obra lo más lograda posible, sin
especular sobre las interpretaciones que pueda generar.
Marco Denevi |
-En la
contratapa, se cita a Marco Denevi. A propósito de autores, ¿al elaborar estos
cuentos históricos, se ha sentido "acompañado" por algún escritor, o
algunos escritores, en particular?
-Considero muy adecuadas las palabras de Marco
Denevi en cuanto a lo que pretendo cada vez que incursiono en la recreación de aconteceres
históricos. Pero no podría citar sólo a un
escritor determinado como acompañante
de esos momentos. Me parece más justo y correcto mencionar a varios escritores
que siento muy cercanos, al elaborar esos relatos o cualquier otro, los cuales
ya están consustanciados con mi vida y que, a través de las permanentes
relecturas, siempre me enriquecen y revelan algo nuevo: Jorge Luis Borges, Juan
Carlos Onetti, William Faulkner, Julio Cortázar.
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