LA HIJA DEL CRIPTÓGRAFO, DE PABLO DE SANTIS

Composición: Gerardo Morán
“La hija del criptógrafo”, de Pablo De Santis.
Planeta, Buenos Aires, 2017, 390 páginas.
En Argentina: 390 pesos.

La más reciente novela de Pablo De Santis (Buenos Aires, 1963), “La hija del criptógrafo”, permite sumergirse nuevamente en ese orbe que se ha vuelto casi (o totalmente) exclusivo de este autor, caracterizado por los enigmas, el acertijo, el secreto, los personajes esotéricos y los ambientes extraños, aunque a diferencia de historias anteriores, el relato no transcurre en una Buenos Aires imprecisa y a-histórica, sino que se sitúa en el tiempo cruel de la dictadura que asoló la Argentina entre 1976 y 1983.
Las historias que transcurren en ese período se han vuelto recurso trillado y no pocas veces comercial, por lo que mi reacción inmediata es la de la desconfianza, cuando no la del rechazo, pero como De Santis no es un autor “del montón”, justifica holgadamente su narración y el momento elegido, porque en verdad eso le permite acentuar aún más aquello que más le importa: el enigma y su dilucidación.
La ficción se inicia con el descubrimiento de la muerte del profesor de criptografía Ezequiel Colina Ross y va a concluir 390 páginas más tarde con la (presunta) solución del caso. La novela va presentando diversos escenarios: retrocediendo en el tiempo nos encontramos ante un personaje, Miguel Dorey, sólo interesado por la criptografía y admirador de Colina Ross, un investigador que por motivos poco claros ha sido un tanto marginado por sus colegas, pese a la calidad de sus trabajos.
Dorey conoce a Eleonora, una  joven que lo atrae y que a poco de conocerla sabrá que es la hija de Colina Ross, aunque ella mantiene una relación conflictiva con su padre. También se irá vinculando con otros personajes que irán politizando su vida en la Universidad, politización que llegará al propio Círculo de Criptógrafos, que unos pocos iniciados –entre los que se encuentra Dorey- habían creado con fines exclusivamente científicos.
Pero son tiempos de dolor, de incertidumbre, de brutalidad, cuyas proyecciones alcanzan al protagonista, a pesar de que él no se ha involucrado en ninguna acción “subversiva”. Lo cierto es que ha frecuentado a determinadas personas, pero si ha permitido que su Círculo se politice fue para estar cerca de Eleonora, quien tiene otra actitud ante la vida y a diferencia de él se involucra en hechos y actos potencialmente peligrosos.

Hitchcock. La fórmula del maestro
Secuestrado/desaparecido. Si bien Dorey llega a intimar con Eleonora, los tiempos difíciles los terminarán separando y el criptógrafo será por fin, con otros especialistas, secuestrado-desaparecido y alojado en una especie de mazmorra (ubicada en pleno centro de Buenos Aires), conducidos allí por las fuerzas de la represión para que estudien y analicen miles de recortes, con el propósito de determinar si a través de ellos los integrantes de los grupos armados buscan comunicarse, para denunciarlos ante el oficial inflexible que los controla.
Ellos tratan de demorar sus descubrimientos, cuando los hay, porque como dice Crámer, un férreo militante, una demora en informar puede significar horas o días de libertad, o la (muy improbable) alternativa de la huida.
En un momento dado, Lemos, que encerrado como el resto es quien más colabora con el oficial que los controla, le acerca a Dorey unas líneas en clave para que las descifre. Es el mismo texto que en otra circunstancia le alcanzó un tal Barnes, muerto luego por la represión.
El libro, el relato, es como una sucesión de puertas que se abren para dar a otras, y a otras más. Dorey vive mil peripecias, entre las que se cuentan sus relaciones nunca serenas como el criptógrafo y su hija, las que mantiene con los principales miembros del círculo, especialmente Crámer y Lemos, la historia paralela que lo lleva a tratar de descubrir los misterios que envuelven la vida y la muerte de otro criptógrafo, Maldany. También el enigma de la única película que filmó la mujer de Colina Ross y lo que él descubre viendo una proyección, y así de continuo.
Dorey va encontrando las respuestas que busca, al alto precio de saber en soledad que han significado cada uno de los enigmas con los que ha tropezado. Y en cuanto a la novela,  “La hija del criptógrafo” es, por excelencia, el mundo creativo de De Santis, con sus códigos, sus idas y vueltas, cuanto se demora en resolver, cuanto va develando en “complicidad” con el lector, repitiendo la fórmula de Hitchcock que en su caso era con los espectadores de sus películas. La novela resulta entonces una extensa y entreverada propuesta lúdica, que aguarda al lector. Y, especialmente, a los fervorosos seguidores del escritor argentino.

Represión en Argentina años '70
“Leí cientos de cartas de los presos, marcando con lápiz el momento en el que los interlocutores cambiaban, y casi deseaba leer más, para ver la continuación de los asuntos que comentaban. Esos papeles eran mi modesto folletín. Seguía con atención sus enredos amorosos, hechos de pura voluntad e imaginación, sus bromas, los planes para cuando salieran de la cárcel. Unos querían ver el mar, otros entrar en cierto café, o comer tal comida, o ver una película. Habían pertenecido a grupos guerrilleros, era de esperar que hablaran de películas en las que pudieran encontrarse algún matiz político, documentales sobre Vietnam, La guerra de Argelia, La hora de los hornos, La chinoise, pero todas las películas que mencionaban eran sobre pasiones: Cumbres borrascosas, Casablanca, La tregua. O fantásticas: El mago de Oz, Mary Poppins, Los pájaros. Y la mayoría eran películas viejas, que habían visto en su niñez o en su adolescencia. Yo los envidiaba: podían escribirle a alguien, aunque la mayoría de las veces fueran cartas enviadas a ciegas, mientras que nosotros no teníamos ningún contacto allá afuera”.

Datos para una biografía:
Pablo De Santis nació en Buenos Aires en 1963. Trabajó como periodista y como guionista de historietas. Publicó las novelas La traducción (1998), Filosofía y Letras (1999), El teatro de la memoria (2000), El calígrafo de Voltaire (2001), La sexta lámpara (2005), El enigma de París (2007), Los anticuarios (2010) y Crímenes y jardines (2013). Es autor de más de diez novelas para jóvenes, por las que ganó el premio Konex de Platino (2004) y el premio Nacional de Cultura (2010). El enigma de París obtuvo el premio Planeta Casamérica (2007) y el Premio de la Academia Argentina de Letras. Su novela El inventor de juegos (2003) dio origen a la película homónima, dirigida por Juan Pablo Buscarini, (a esa novela le siguieron “El juego del laberinto” -2011- y “El juego de la nieve” -2016-). Su historieta El hipnotizador (con ilustraciones de Juan Sáenz Valiente) se convirtió en una serie de HBO.  Desde 2016 es miembro de número de la Academia Argentina de Letras.

En el blog:
En Internet:


Video: De Santis dialoga con Juan Sasturain en el programa “Ver para leer” (21/10/2014, duración 5,57 minutos).

Comentarios

  1. Muchas gracias, estimado Carlos, por tus generosas palabras. Un abrazo. Pablo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sorprendido, agradecido y hasta un tanto abrumado por tus palabras. Un placer para mí, tu mensaje y el haberte leído. Devuelvo el abrazo. Carlos

      Eliminar
  2. después de leer el análisis del nuevo libro de Pablo de Santis.. Siento que como lector debo comprarlo y darme el gusto de leerlo. ( A pesar del precio.. Pero, bueno la lectura es la lectura).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto, los libros están muy caros y falta una política de estímulo oficial para que los lectores puedan acceder con mayor facilidad a las novedades de las editoriales. Debería trabajarse sobre la cadena de costos para encontrar una fórmula efectiva. La lectura es también un camino para acentuar la democracia. Saludos.

      Eliminar

Publicar un comentario