"Nos vemos allá arriba", de Pierre Lemaitre. El verdadero rostro de la guerra


“Nos vemos allá arriba” (“Au revoir là-haut”), de Pierre Lemaitre. Salamandra, Barcelona-Buenos Aires, 2014, 443 páginas. Traducción de José Antonio Soriano Marco. En España: 20 euros. En Argentina: 185 pesos

A una edad ciertamente tardía (55 años) Pierre Lemaitre comenzó su carrera de novelista que siete años más tarde le llevaría hasta el (nada menos) Premio Goncourt, el más codiciado de Francia. “Nos vemos allá arriba”, la historia galardonada que gira en torno a la Primera Guerra Mundial, fue traducida este año al castellano y muy recientemente distribuida en la Argentina.

Desde un punto de vista comercial la novela no puede ser más oportuna, porque aparece cuando el mundo entero recuerda el estallido de esa enorme carnicería humana llamada también la Gran Guerra, que duró cuatro años, reformuló el mapa europeo, cambió la historia misma de la humanidad y en la práctica, a pesar del enorme precio pagado, no resultó más que el prolegómeno de la Segunda Guerra Mundial, que resultaría aún más feroz.

No hay, por cierto, necesidad de establecer comparación alguna entre ambas contiendas. La bien llamada “guerra de trincheras”, en la que se ensayó toda clase de artilugios para exterminar al enemigo, fue brutal, exasperante y exhibió con mucha impudicia las reales “necesidades” de quienes mandaban y enviaban al frente a los más jóvenes de cada país para encontrarse con y saber de qué se trataba el horror.

En el primer capítulo de “Nos vemos allá arriba”, con una habilidad aplastante, Lemaitre sumerge al lector en la brutalidad, la confusión, la vesania y hasta la banalidad de la contienda.  En ese capítulo aparecen los protagonistas centrales de la novela: el débil soldado Albert Maillard y el inescrupuloso teniente Henry d’Aulnay-Pradelle. A ellos se sumará otro soldado, Édouard Péricourt, y a través de los tres con sus acciones quedarán expuestas las verdaderas consecuencias de la guerra.

Del drama a la picaresca

Las intenciones de la novela pueden confundir, dado que el primer capítulo que, como señalé, es de gran calidad, muy bien resuelto, parece decirle al lector que todo referirá a la guerra, a lo que en ella acontece, pero al capítulo siguiente la contienda ha concluido y por ende comenzado el período de paz, de reacomodamiento a la vida civil.

Y de inmediato, Lamaitre relata de otra manera, porque lo que le ha interesado contar es definitiva una historia propia de la picaresca. En efecto, su propósito ha sido el de exponer ese otro costado que deja la guerra, vale decir de cómo sobre tantos muertos, mutilados, heridos, humillados, desplazados, empobrecidos, se encumbran y hacen su agosto los vivos, los aprovechados y, especialmente, quienes tienen poder.

Pero no hay felicidad en la historia, sino un reiterado dolor que experimentan varios de sus protagonistas, especialmente los ex soldados Albert y Édouard. Estos, que no llegaron a conocerse durante en la guerra, sin embargo a causa de ella y por un episodio truculento quedarán ligados de por vida.

El tercero en discordia, Pradelle (como todos lo llaman), es un “venido a menos”, de familia noble pero empobrecida, que trata por todos los medios de enriquecerse para recuperar el prestigio social perdido. Y con esa finalidad no vacila al tomar caminos espurios, como ocurriera en la guerra, cuando por su decisión caprichosa y sus mentiras, se produjeron los hechos que irían a desgraciar tanto a Albert como a Edouard.

Sin escrúpulos

Pradelle es un hombre sin escrúpulos. Lo demuestra al enviar a la tropa a una acción límite totalmente innecesaria y no vacila en volverse criminal con tal de que se cumpla la misión, acto que estuvo a punto de denunciar Albert y que por esa causa casi termina asesinado. Édouard logra salvarlo, pero al precio de sufrir una brutal mutilación.

El lector de este comentario advertirá que no me detengo en los detalles de la novela, puesto que ésta de cierta manera ha sido construida como un policial y por consiguiente conlleva “misterios” que no conviene exponer. Lemaitre mismo lo expresa su diálogo con Javier García, de “La Tercera”, de Santiago de Chile: “Se dará cuenta de que en mi libro hay técnicas de un policial: giros, pistas falsas, sorpresas, clímax…”.

Para reconstruir su fortuna, Pradelle hace suyo el negocio de los cementerios a los que deben trasladarse los restos de los soldados muertos en la guerra, apelando a toda clase de recursos irregulares, en tanto que Albert y Édouard, por disímiles motivos, montarán otra clase de subterfugio, también con fines muy poco altruistas.

Novela intensa, extensa e irregular, como señalé tiene un comienzo de alto nivel literario que luego Lemaitre no supo o no quiso mantener. A mi juicio, una verdadera pena. Es una ficción que tiene méritos, aunque a su autor no deja de llamarle la atención que haya sido premiada con el Goncourt, pese a tratarse de de “una novela de aventuras”, como bien le advierte a Inés Martín Rodrigo, de ABC de Madrid.
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Fotografías laterales: escenas de la Primera Guerra Mundial.

“Albert corre un poco encorvado por un escenario apocalíptico, acosado por los obuses y las sibilantes balas, agarrando el arma con todas sus fuerzas, con paso pesado y la cabeza hundida entre los hombros. La tierra se le pega a los borceguíes, porque en los últimos días ha llovido mucho. A su lado hay tipos que gritan como locos, para embriagarse, para armarse de valor. Otros, en cambio, avanzan como él, concentrados, con el estómago encogido y la garganta seca”.


Perfil
Pierre Lemaitre nació en París en 1951. Escritor, guionista, creó su propia empresa de formación pedagógica, dirigida a grupos específicos, como el de los bibliotecarios, a los que ha impartido clases de literatura. A partir de 2006 comenzó a publicar novelas policiales, a saber: “Travail soigné” (2006), “Robe de marie” (2009), “Cadres noires” (2010), “Alex” (2011), “Les Grandes Moyens” (2011), “Sacrifices” (2012) y”Rosy et John” (2013). Hasta el presente “Alex” es la única de esas novelas que ha sido traducida al castellano. Esta ficción será llevada al cine por James B. Harris, en tanto que Albert Dupontel se propone hacer lo mismo con “Nos vemos allá arriba”. Este relato, además del Premio Goncourt, ha recibido el Prix Roman France Telévision, el Premio de los Libreros de Nacy Le Point y el Premio a la mejor novela francesa de 2013 otorgado por la revista Lire.
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Enlaces


Video: Entrevista a Lemaitre (5/11/2013; en francés):




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